martes, 27 de agosto de 2013

Estrategias lúdicas en la Universidad... ¿lo qué? (Segunda Parte) Por Elsa B. Aubert *


En el ámbito docente, especialmente en el nivel universitario, se ha transferido conocimiento de manera teórico práctica, considerando  la práctica como el equilibrio o complemento necesario para la adquisición de los aprendizajes. En este sentido, me permito proponerles dar un pasito más incluyendo un aspecto muchas veces dejado de lado: la vivencia.

Ya sean clases enteramente presenciales o virtuales, o una articulación de ambas, la diversidad de personas que asisten a las aulas requiere que pongamos en valor algunas estrategias lúdicas enriquecedoras donde el cursante se sienta protagonista y desafíe su “estar en el mundo”.

¿Por qué? Porque los aprendizajes propuestos desde una Pedagogía Lúdica  que implica un proceso inverso (vivencia, reflexión, sistematización de contenidos) al paradigma de la Pedagogía tradicional con la que muchos de nosotros transitamos las escuelas, aportan el lugar de protagonismo necesario, un lugar en el que hay que hacerse cargo de lo que pones en palabras y ser consecuente con los actos propios, un lugar de registro del Otro como persona, cargado de su propia subjetividad con el que seguramente debamos consensuar para poder compartir, un lugar donde la imaginación se hace presente para encontrar alternativas en favor de todos, un lugar donde el aprendizaje se torna menos complejo y más receptivo.

¿Por qué eludir el juego entonces? ¿Por qué para que algo sea académico tiene que ser solemne, aburrido y abstracto?

Actualmente, se está haciendo más visible el trabajo que desde hace años vienen haciendo personas muy comprometidas con “enseñar a jugar y redescubrir el juego” en niveles primarios, secundarios y desde espacios de Formación Docente, proponiendo la ampliación del abanico de propuestas en las que se incluyen estrategias lúdicas. En el caso Universitario, estos espacios se dan en Carreras del tipo Humanísticas o en relación a Extensión Universitaria y los Programas que trabajan en barrios o escuelas. También, se han empezado a incorporar en cursos virtuales, ejemplo de ello son los Cursos ofrecidos por el CITEP.

La tendencia sobre la que se investiga hoy, es Gaming o Gamification, que es nada más ni nada menos que la incorporación del Juego en los ámbitos laborales. Recuperar la propia matriz de aprendizaje lúdico para desdramatizar y encontrar diversas soluciones a un mismo conflicto, proyectar y expandirse.  Para repensar lo obvio, es necesario preguntarnos acerca de nosotros mismos. La carga emocional que implican las estrategias lúdicas que utilizamos, coloca a las personas en un espacio transicional, de conexión con su creatividad y los enfrenta a sus propios saberes: este es el lugar de la resistencia. Nos resistimos a corrernos del espacio confortable que nos dio nuestra práctica probada durante tantos años y nos cuesta asumir el cambio.

La implementación de estrategias lúdicas, es enriquecedora en múltiples niveles. Dice Graciela Scheines (Licenciada en Letras y Dra. en Filosofía y Letras por la UBA. Investigadora. Escritora): “Las cárceles imponen sus normas. Jugar nos hace libres. Pero como sólo se juega desde el caos o el vacío, paradójicamente jugar es fundar un orden, levantar una tienda en la intemperie”. El juego, para la adquisición de aprendizajes puede estar presente como fondo, como forma y como contenido. Jugar reúne, implica comunidad, transforma en cada aparición espontánea o no, la vida de las personas, nos ayuda a tener una disponibilidad lúdica frente a los aspectos de la cotidianeidad más terribles. El juego provoca sinergia constructiva y crea puentes invisibles donde andamiar los aprendizajes.

No es necesario ser un animador de cumpleaños para preparar las clases de manera lúdica y creativa. Sí, exige de un compromiso, de actualizarse, de registrar la presencia de un Otro, de un pulso lúdico dispuesto a entrar en comunicación expresiva y, de poner el cuerpo (sí, en la virtualidad también se puede!).

Estrategias lúdicas en la Universidad, sacá el “Ser Jugante” que hay en vos!

 
* Elsa B Aubert (Elsie)  (@ebaubert) es Licenciada en Educación y Ludoeducadora. Actriz y Narradora Oral. Se desempeña actualmente en la Dirección de Programas de la Asociación Civil IPA Argentina, por el Derecho del niño/a a Jugar. Es Docente Formadora del Instituto IPD C-217 de la misma Asociación en Juego, Lenguajes expresivos, Pedagogía Lúdica y Alfabetización Integral. También se desempeña como tutora virtual en los cursos CITEP. Es fotógrafa aficionada con proyectos particulares en desarrollo.

martes, 20 de agosto de 2013

Estrategias lúdicas en la Universidad... ¿lo qué? (Primera Parte) Por Elsa B. Aubert *

Decirles que el juego es la forma natural que tiene el niño/a de aprehender el mundo, construir su subjetividad y saber quién es, es una de las maneras de transmitir que Jugar es esencial para el desarrollo integral del Ser Humano, lo cual no es una novedad, ya que Juego y Arte son tan viejos como la historia del Hombre1.

¿Cómo es que a medida que crecemos, nuestras experiencias lúdicas se van cristalizando, escondiéndose en los laberintos que pueblan la memoria y vamos dejando que las responsabilidades de ser adultos nos quiten frescura? ¿Por qué hemos dejado tiempos y espacios lúdicos significativos atrás, no dándonos permisos para jugar, para recrear, para inventar y multiplicar el permiso en Otros? ¿Cuál es el motivo por el que desarrollamos nuestras profesiones con los sentidos dormidos dando paso a la receta, la repetición, la imposibilidad de vivir tiempo libre sin llenarlo de actividades dirigidas?

“El juego”, en general (sabemos que hay excepciones) es visto como el cuco de las prácticas docentes universitarias. Está ahí, pero nos aterroriza: lo banalizamos, desjerarquizamos; lo confundimos con algo poco serio, o que nos desautoriza... Nos parece que solo está bien para el jardín de infantes, nivel educativo en el que está permitido jugar, donde el juego es “el” lenguaje de comunicación.

El diseño curricular para este nivel, propone los campos de experiencia a partir de los cuales los docentes transferirán aprendizajes, estimula a las prácticas creativas que incluyen la implementación de los lenguajes expresivos tales como la expresión corporal, los juegos teatrales o la música. También instruye acerca del juego/los juegos/lenguajes expresivos, como potenciadores de vínculos sanos y desarrolladores de la subjetividad del niño/a colocando al docente en múltiples planos mediante la integración de todos los derechos del niño, de los cuales, el Derecho a Jugar tiene el mismo estatus que el de tener un nombre o una casa.

Ahora bien, una tensión existente desde hace muchos años es la fractura que se produce entre la salida del nivel inicial, el ingreso a la primaria y todo su trayecto en relación a la organización, los tiempos y los espacios que se le otorga al juego y los lenguajes expresivos una vez que el niño/a ha finalizado su etapa en preescolar. A partir de allí y aunque la currícula lo exprese “el Jugar x Jugar”, “los juegos” se van angostando en las propuestas hasta quedar reducidos a la motivación para aprender un contenido o los permisos en el recreo, dejando de lado la importancia vital de instalar rupturas felices donde la expresión singular de cada niño/a no quede encerrada solamente en “ser alumno”.

Así como no podemos pensar en un niño/a como una persona constituida por compartimentos estancos que son estimulados de manera diferenciada por cada una de las experiencias de contenidos a transferir, tampoco es posible prescindir del desarrollo humano, creativo y saludable del docente, como si docente y persona fueran cuestiones diferentes al momento de planificar o dar la clase.

Cuando revisamos nuestra propia práctica docente,  nos preguntamos (¿nos preguntamos?) al ver las distintas producciones y proyectos realizados a través de los años, si estamos transfiriendo adecuadamente contenidos y, en el mejor de los casos, si la metodología que utilizamos es la propicia para la situación de enseñanza aprendizaje que estamos generando.

La pregunta, en general surge cuando hay un registro de la devolución del Otro en relación a nuestras propuestas y es ahí cuando aparece lo incómodo, aquello que nos muestra las zonas opacas de nuestras prácticas, sin ánimo de develarse, luego de años y años de utilizar los mismos recursos para las mismas actividades, porque es algo probado y “da resultado”.

Quizás podríamos seguir indagando y armando nuestros propios arboles de respuestas posibles ante cada interrogante, por ejemplo, si tal estrategia que utilizamos hace x cantidad de años nos da x resultado: ¿a qué estamos llamando resultado? ¿a la comprobación escrita u oral de un aprendizaje en situación de examen? ¿ese resultado tiene en cuenta el punto de partida de cada persona? ¿está estructurado en base a las expectativas para la materia? ¿Puedo hacer algo desde la propuesta para que ese resultado se transforme? ¿ES EL RESULTADO ESPERADO POR QUIEN?

Continuará (la semana que viene)…

* Elsa B Aubert (Elsie)  (@ebaubert) es Licenciada en Educación y Ludoeducadora. Actriz y Narradora Oral. Se desempeña actualmente en la Dirección de Programas de la Asociación Civil IPA Argentina, por el Derecho del niño/a a Jugar. Es Docente Formadora del Instituto IPD C-217 de la misma Asociación en Juego, Lenguajes expresivos, Pedagogía Lúdica y Alfabetización Integral. También se desempeña como tutora virtual en los cursos CITEP. Es fotógrafa aficionada con proyectos particulares en desarrollo.

1 Diversidad de autores como Huizinga, Froebel, Montessori, Vigotsky o Bruner han inspirado a quienes son algunos de mis referentes en el tema hoy día: Francesco Tonucci, Patricia Sarlé, Chiqui Gonzalez, Raimundo Dinello, Beatriz Caba, Gabriela Luján y  todos los profesionales de IPA Argentina con los cuales compartimos una misión, ideas y proyectos.

martes, 13 de agosto de 2013

Una relación entre humanos iguales en roles distintos (Entrevista a Florencia Ninet)

Una de las novedades de este 2013 es la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Florencia Ninet*.

Desde el inicio, Flor deja en claro que si bien cree en la idea de que “tod@s sabemos algo, tod@s ignoramos algo y tod@s aprendemos”, nosotr@s (l@s docentes) tenemos una responsabilidad para con los aprendizajes de nuestr@s estudiantes. Y para cumplir con nuestra tarea debemos tener, como dice Flor, una fuerte identificación con el rol social del docente.

·         Flor, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?
·         Ser docente es ser un facilitador del aprendizaje. Todos aprendemos, todos enseñamos, todos todo, puede ser. Pero ser docente, reconocerse docente, significa que hay una profunda identificación con el rol, una identidad personal definida desde el rol social del docente. Alguna vez trabajé de maestra de inglés en escuelas públicas, pero no me consideraba docente de esa materia. Aunque mucho esfuerzo y compromiso le ponía a la tarea, era una ocupación, no mi identidad. Durante años di clases de apoyo escolar, hace un tiempo que dejé de hacerlo para colaborar en la coordinación del área del Programa del que soy parte actualmente, pero mi compromiso, la dedicación y mi identidad están definidas desde y por el trabajo en educación y desde ser un facilitador del aprendizaje (de los voluntarios, de los chicos, del equipo, de actores de la comunidad).

·         Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar el compromiso, la motivación y la participación de l@s estudiantes, ¿qué propondrías y por qué?
·         Los docentes deberían tener el derecho de trabajar en dupla pedagógica. No hay nada más rico que la reflexión, la discusión, la contrastación y el trabajo en equipo. Y no hablo de un auxiliar que asista, ni de dos maestros que justo tengan el mismo grado, ni dos profesores que den la misma materia para distintas divisiones, ni dos profesores universitarios que estén en la misma cátedra solamente. Hablo de un único trabajo, con los mismos estudiantes, en el mismo momento. Hablo de ser dos, o más, y enriquecer las clases con doble cabeza pensándolas y poder prestar la atención individual que los estudiantes necesitan, de acuerdo a sus requerimientos. Y cuando estos docentes encuentren el disfrute de trabajar junto a un par, y encontrarse contenidos, protegidos, estimulados e interpelados, entonces sabrán que es más lo que se gana que lo que se pierde y el terreno para el trabajo interdisciplinario, entre distintas materias, entre distintas áreas y entre distintos espacios de la comunidad va a ser más tangible. Llegaría a ser una realidad y una necesidad, y no un proyecto, una intención.

Esta es la parte en que se supone que hacemos una introducción a la siguiente respuesta pero en este caso preferimos, simplemente, decir que ojalá esta reflexión de Flor (sobre la consideración del “otr@”) les cause a l@s lectores tanta alegría, tanta emoción y tanta identificación como nos causó a nosotr@s. Agregar cualquier opinión sería inútil. Pasen y lean.

·         ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
·         Un docente debería sentir un profundo respeto por sus estudiantes, colegas y superiores, como personas integrales que son. La consideración del otro como persona con derechos, aciertos y errores, flaquezas y fortalezas, una personalidad y una biografía complejas y particulares, nos permite desarrollar la relación pedagógica con mucha más tolerancia y más predispuestos a trabajar en colaboración. Si la premisa primera es una relación entre humanos iguales en roles distintos, se mantiene el respeto total e integral por la otra parte de la dupla de trabajo, pero no se diluyen los roles que cumplen entre sí y todo lo que estos roles distintos y diferenciados implican (uno tiene algunos conocimientos y el otro los está aprendiendo; uno guía y el otro acompaña).

Flor relata un estrategia que utilizó en una escuela de Mataderos para ejemplificar el tipo de prácticas que le resultan mejores a la hora de facilitar los aprendizajes en sus estudiantes. Al final de la respuesta, reflexiona sobre el hecho de que había “una necesidad de comunicarse” y “un otro que necesitaba entenderlos”, esta idea de traducirse y contratraducirse sobre la que escribimos bastante en este Blog y seguiremos escribiendo, ya que constituye la parte fundacional de los principios que intentamos que guíen nuestra tarea docente.

·         ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
·         Una de las actividades que mejor me resultaron con los chicos a quienes enseñaba inglés en el sexto grado de una escuela de Mataderos (y que ya era la tercera vez que volvían a aprender de memoria los pronombres personales, los colores y algunos adjetivos) fue llevar a la realidad el tradicional ejercicio de escribir una carta a un amigo imaginario. Los estudiantes le escribieron a estudiantes en una escuela en Australia que aprendían español como segundo idioma. Sacaron fotos de la escuela, filmaron videos, recopilaron temas musicales que ellos escuchaban, y recibieron lo mismo de parte de los estudiantes australianos. El trabajo más tradicional de escribir la carta con una fórmula predeterminada por un libro de texto, se transformó en buscar creativamente la forma de decir otras cosas, con ese modelo preestablecido; se corrigieron entre ellos; investigaron palabras y expresiones locales; se enfrentaron con el desafío de la traducción de las letras de las canciones y de lo que ellos querían comunicar. Fue el contacto físico, directo, carnal, con el papel, el diccionario, la necesidad de comunicarse y otro que necesitaba entenderlos, ya no un docente que necesitaba evaluarlos.

·         Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
·         ¡Foucault! Siempre Foucault. Muchos se habrán topado con “Vigilar y Castigar” (también esencial para un docente y para cuestionarnos cómo y por qué nuestro sistema escolar es como es y por qué la relación docente-estudiante también está cargada de tanta tensión y lucha de poder, disfrazada de defensa de los derechos de cada rol), pero creo que un ensayo algo más breve como es “Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas”, nos acerca a complejizar el discurso dominante en las ciencias y los cambios en lo pedagógico –como en todas las ciencias. Comprender el por qué y para qué de los cambios nos permite ser más permeables a estos. Los docentes necesitamos actualizarnos, adaptarnos, improvisar, crear. Cada estudiante es un la posibilidad de transformarnos y evolucionar.

En la última respuesta, Flor nos recuerda que nuestra tarea tiene que ver con la Vida, con la felicidad y con la libertad pero que esta tarea la desarrollamos dentro de un sistema (una “Matrix”) que debemos transformar y destruir “desde adentro” y entre tod@s.

·         Flor, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
·         Adquirir las herramientas técnicas, conceptuales, emocionales y sociales que permitan a cada individuo desarrollarse como ser humano pleno junto a otros seres humanos. Claro que la educación formal, informal, intrafamiliar y autónoma tienen distintos alcances, reglas y responsabilidades para proveer estas herramientas. Todo esto es para buscar la plena felicidad y libertad del ser humano. Lo que no se alcanza salvo que este sistema sea destruido y reconstruido, reformado o transformado… Como sea que se llegue, pero un sistema diferente. Primero tenemos que estar todos dentro y bien afianzados, y siendo dueños del sistema, hacer de él lo que queremos que sea. La Educación, ahora, también es la forma de ingresar y sostenerte dentro del sistema, para adueñarte y luego cambiarlo.

* Florencia Ninet es estudiante de Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires. Hace 11 años que se dedica al área de educación no formal, apoyo escolar en comunidades vulnerables y realiza proyectos de articulación con lo educativo en el área de Salud Mental Comunitaria. Actualmente es Coordinadora del Equipo de Apoyo Escolar y Acompañamiento Educativo del Programa Integral de Acción Comunitaria en Barrios Vulnerables (https://www.facebook.com/ApoyoEscolaryAcompanamientoEducativo?ref=hl) y Coordinadora del Sistema de Tutorías Universitarios por más Universitarios para estudiantes de nivel secundario y la promoción de estudios superiores; ambos programas son parte de la Secretaría de Extensión de la Universidad de Buenos Aires.
 

martes, 6 de agosto de 2013

Sin conflicto no hay Educación.

En estas épocas donde nos inundan spots (que en inglés significa, entre otras cosas, “manchas”) que nos invitan a la unión, al diálogo vacío, a dejar de lado las diferencias, a no pelear, a no elegir, a no confrontar, a evitar conflictos, este texto viene a reivindicar la idea de “conflicto”.

Pero dado que se trata de un Blog que pretende invitar a la reflexión sobre aprendizajes y Educación, vamos a (intentar) encuadrar y contextualizar un poco esta idea.

Sería (más) fácil enfocar esta propuesta de reflexión en el ya famoso “conflicto cognitivo” como disparador para los aprendizajes significativos pero pretendemos ir un poco más alá. Además, mucho se ha dicho y escrito ya sobre esta “técnica” basada fundamentalmente en enfrentar a l@s estudiantes (siempre “equivocados”, siempre subestimados, siempre “incompletos”) y sus saberes previos (siempre errados, siempre perfectibles, siempre desestimados) con una situación (problemática o no) de la Vida cotidiana o de la realidad (como si pudiera generalizarse tal idea). Generalmente esas situaciones problemáticas no pueden resolverse ni explicarse con esos saberes previos (subestimados como “conocimiento “vulgar”) y sí podrán resolverse o explicarse con los saberes nuevos (sobreestimados como “conocimientos científicos”) que el docente, como un superhéroe de película norteamericana al rescate, pondrá delante del estudiante, que no podrá sino aceptarlos (y desestimar sus “saberes previos”) por la obviedad (para l@s docentes) de la capacidad de estos nuevos conocimientos para resolver el “conflicto cognitivo”.

Decíamos que la idea de este texto era (y todavía sigue siendo) reivindicar el conflicto de una manera más profunda. Se trata de reivindicar el conflicto no ya como posible disparador para determinados aprendizajes disciplinares sino como elemento constituyente y sustancial del acto educativo, sobre el cual no podemos dejar de reflexionar.

Sin conflicto no hay Educación.

Tratemos de clarificar (o de oscurecer) un poco esta idea. La Educación es en sí mismo un acto de amor, en el que una generación (un docente, una madre, un hombre) le enseña (utilizado acá como estricto sinónimo de “le muestra”) a otra generación (a un estudiante, a un hijo, a otro hombre) “algo” de “su cultura” porque cree que puede servirle de algo o serle útil de alguna manera. Pero, inmediatamente, aparece el conflicto porque “ese otro” puede no estar interesado en “ese algo”, puede no considerarlo valioso o puede pensar (e imaginar) para “ese algo” -enseñado o mostrado- otros usos posibles y ahí está el conflicto. Y está muy bien que el conflicto esté ahí porque sino sería imposible que el hecho educativo, que ocurre entre un hombre, un algo (en común) y otro hombre, sea genuino, honesto, amoroso, vincular y, realmente, significativo.

Este texto es una reivindicación del conflicto. Es una reivindicación del conflicto desde (y en) el campo educativo, aunque podría (y tal vez debería) hacerse extensivo a todos los demás (des)órdenes de la Vida.

Carlos Skliar dice que “educar significa dar una batalla incruenta (sin enemigos) entre tiempos”. En ese sentido, este texto pretende ser una invitación a recuperar (y valorar) la idea de conflicto como lucha, como ruptura, como desencadenante (sí, “des-encadenante”) de las transformaciones más profundas como aquellas que, a veces, ocurren cuando un hombre le enseña (le muestra) algo a otro, dándole la libertad de aprenderlo o no y de hacer con ese algo lo que considere mejor para su propia (trans)formación.