martes, 24 de septiembre de 2013

La enseñanza universitaria en el marco de una Educación inclusiva. Por Ximena Etchenique *


Nuestra Universidad tiene, actualmente, uno de sus mayores retos: la inclusión (real) de personas con discapacidad.  La Educación constituye un elemento esencial para el desarrollo y la realización personal y social de los ciudadanos. Esto que para cualquier persona resulta básico y fundamental, para las que tienen algún tipo de discapacidad adquiere aún mayor relevancia, porque tienen en mayor o menor medida, necesidades especificas para poder participar en igualdad de condiciones que el resto de los estudiantes. Esas necesidades no solo se limitan a ayudas compensatorias o limitación de barreras arquitectónicas, sino también la necesidad de colaboración y buena predisposición de los docentes para garantizar una buena enseñanza.

Las personas con discapacidad siempre tenemos miedo: miedo a no ser aceptados, miedo a la discriminación, miedo a no poder seguir el ritmo del resto de nuestros compañeros, miedo a expresar nuestras dificultades, miedo a buscar ayuda. Muchas veces la falta de confianza hace que ocultemos nuestros miedos y entremos en una etapa de desventaja en la que no podemos expresar nuestro máximo potencial como estudiantes, como personas o como profesionales que recae en el abandono de los estudios y la frustración.

La falta de formación docente en materia de discapacidad hace muchas veces que los docentes no sepan como desempeñarse frente a un alumno discapacitado y eso sumado a los miedos, la vergüenza y la falta de confianza abre mucho más la brecha de la idea de integración y participación y dificulta el logro de la meta de obtener el título que tanto anhelamos.

Como estudiante hipoacúsica tuve que superar muchas trabas en el curso de mi carrera en la UBA por lo que ahora integro un programa de creación de nuevas propuestas y difusión de nuestra realidad. En el marco de este programa, se elaboran encuestas para los estudiante, se realizan pruebas pilotos de clases adaptadas para la presencia de personas con discapacidad en diferentes materias, se proponen mejoras edilicias y de accesibilidad física y se trabaja sobre el tema en materias de la carrera docente, entre otras muchas actividades.

Las personas con dificultades auditivas nos vemos limitados en clases dictadas normalmente en las Universidades porque necesitamos algunos requisitos especiales para poder aprovecharlas ya que muchos nos valemos de la lectura labial para comunicarnos. Necesitamos que nos hablen claro y siempre de frente, que haya luz clara y no nos apaguen las luces, que nos repitan los conceptos básicos, que nos brinden material anticipado para ponernos al día ya que muchas veces el recurso de la lectura labial no es suficiente para seguir el dictado de las clases, hay hilos y conceptos que siempre se nos pierden. No podemos tomar apuntes al mismo tiempo que estar atentos al profesor. Este apoyo educativo nos permite a las personas hipoacúsicas y aquellas no oyentes desarrollar nuestras aptitudes y lograr las mismas oportunidades de desarrollo profesional que el oyente. Eso no significa que nos faciliten el aprobar la materia, simplemente que nos brinden las herramientas, la confianza y la posibilidad de integración y lo más importante la comunicación.

Las discapacidades pueden ser muchas, y muy variadas, dentro de las categorías de visuales, auditivas, motoras, viscerales, etc. Por ejemplo, dentro de la sordera tenemos diferentes grados: leve, moderada, profunda, total, unilateral, bilateral, progresiva, no progresiva y muchas clasificaciones mas. Y los medios de comunicación difieren: lengua de señas, lectura labial solamente, o bien complementada con audífonos o implante coclear.

Por todo esto, garantizar y poner en acto el derecho a la Educación de las personas con discapacidad requiere de una nueva formación docente que posibilite la comprensión y la intervención activa ante situaciones que demanden nuevas estrategias pedagógicas. Para facilitar el ejercicio de la actividad inclusiva es importante que los docentes nos pregunten qué necesitamos, cómo pueden brindarnos una mejor enseñanza, qué propuestas tenemos en base a nuestras experiencias, qué cosas se pueden mejorar a nivel académico y qué herramientas se pueden implementar para que la Educación universitaria sea en igualdad de oportunidades para todos.

¿Estamos l@s docentes (y la comunidad universitaria en general) dispuestos a integrar e incluir reamente a las personas con discapacidades, con la capacitación y el cambio de mentalidad que esto significa y con la decisión que esto implica, de realizar cambios concretos en nuestras concepciones y en nuestras prácticas aúlicas?

 
* Ximena Etchenique presenta hipoacusia perceptiva profunda bilateral. Es Veterinaria egresada de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeña como Veterinaria clínica en pequeños y grandes animales. Colabora en la Subsecretaria de Promoción para la Igualdad de Oportunidades de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UBA).

martes, 17 de septiembre de 2013

Un boomerang lleno de alegría, pasión y aprendizajes. (Entrevista a Daniela Lin)


Una de las novedades de este (ya avanzado) 2013 es la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Daniela Lin *.

 

En su primera reflexión, Daniela resalta el valor formativo de la práctica docente en la (trans)formación integral del estudiante como persona y en la necesidad de que la formación universitaria incluya la mejor preparación para el mundo laboral.


  • Daniela, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mí ser docente es transmitir los conocimientos de determinada disciplina, pero también es acompañar a los estudiantes en su crecimiento como persona. En el caso de los docentes universitarios, permitir que los estudiantes conozcan todos los campos de acción de su profesión y que puedan decidir a cuál de estos campos les gustaría dedicarse, así como ayudarlos dentro de lo posible en su inserción en el mundo laboral, ya que la mayoría empiezan la facultad sin haber trabajado nunca en ningún lugar, y muchos no conocen a otros profesionales de esa área que los ayuden a insertarse laboralmente.


A la hora de pensar en las características que hacen a l@s docentes mejores facilitadores de los aprendizajes de sus estudiantes, Daniela reflexiona sobre cuestiones como la experiencia, la capacidad de formar grupos de trabajo interdisciplinarios (algo que suele ser sumamente difícil pero que sería sin dudas más que útil), la motivación y la capacitación continua de l@s docentes.


  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Creo que un docente debería tener experiencia en el área de la materia. Por ejemplo, un docente de Semiología debería dedicarse a la clínica y un docente de Nutrición debería trabajar con grandes animales (porque en nuestra facultad esa materia está muy orientada a la producción). Además, en materias que son más específicas de otras carreras, me gustaría que el equipo docente fuera interdisciplinario: integrado por profesionales de las carreras a las que corresponde la materia (Química, Física, Agronomía, etc…) porque podrían profundizar más en ciertos temas, y también por veterinarios que darían un enfoque aplicado a la carrera. Hablando con estudiantes de otras carreras, surge que en muchas facultades los docentes son egresados de la misma facultad en la que dictan clases, y por eso muchas veces saben únicamente los temas correspondientes al programa de la materia y no pueden resolver muchas de las dudas o inquietudes que surgen en los estudiantes. De todas maneras en estos casos está en cada uno de estos docentes buscar información sobre estos temas, capacitarse, intercambiar opiniones con otros profesionales y con docentes de otras facultades, para enriquecer sus clases lo máximo posible.


  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Estuve pensando mucho esta respuesta y, si bien no lo considero “relevante” para mejorar la práctica docente, se me ocurrió la canción “Como boomerang”, de Juan Carlos Baglietto. Elegí esta canción porque me parece que un docente que realmente ama la docencia, espera dar lo mejor de sí mismo para sus estudiantes, para que aprendan todo lo que puedan y para que lo apliquen en las situaciones que les surjan en el futuro (“A vos te presto mi corazón, llevalo por otros mundos y otras distancias y otros amores, llevátelo. A vos te doy mi mejor canción llevala para tu vida…”) y porque en mi experiencia con mis docentes, muchos de ellos estuvieron abiertos a que los ex-alumnos los volviéramos a buscar para consultar dudas, o para contarles alguna situación relacionada con lo que aprendimos con ellos, o simplemente para saludar, así como también muchos de ellos se ocupan de mandarnos mensajes a los ex-alumnos para preguntarnos cómo estamos y ofrecernos su ayuda (“Yo la esperaré despierto otra vez cuando ella quiera volver trayéndome nuevas historias para contar”). Estoy acostumbrada de toda la vida a tener una relación bastante horizontal con mis docentes y creo que eso facilitó mi aprendizaje. Para terminar con esta respuesta me gustaría repetir algo que nos dijo una vez un gran profesor ya jubilado a sus ex-alumnos, después de varios años de egresados: “el saber no es algo solemne y arduo, el saber también es alegría”. Porque estoy convencida de que con alegría durante el aprendizaje, todos aprendemos mucho mejor y buscamos aplicar esos conocimientos con pasión.


Cerrando la entrevista, Daniela vuelve sobre algunos aspectos centrales de la tarea docente y de los aprendizajes: la importancia de un ambiente alegre donde “la pasemos bien”, el cariño y el afecto, el buen clima grupal, el acompañamiento, la relación con otr@s, la motivación y el estímulo para aprender, la (trans)formación personal y profesional, la autonomía y la relevancia de la formación práctica.


  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Básicamente cuando uno la pasa bien en clase y hay una buena relación con los docentes, aprende mejor. Siempre lo pensé y hace unos meses leí que se está estudiado que esto ocurre. Esta semana, estudiando para la facultad, busqué mis apuntes de materias de años anteriores para repasar algún tema y me di cuenta de que cuando la pasaba mejor en una materia, mis apuntes eran mucho más prolijos y completos que en las materias en las que no había tan buen clima grupal. En este tema se podría diferenciar el caso de los docentes de secundaria del caso de los docentes universitarios. Los estudiantes de secundaria tienen una variedad de materias que probablemente no les gusten y está en el docente estimularlos para que se interesen por determinado tema. También puede pasar que los estudiantes se encariñen con algún docente porque los acompaña en su crecimiento y el cariño al docente provoque que estas personas estudien con más ganas determinadas materias; o por el contrario, el rechazo por un docente se refleja en el rechazo hacia la materia que dicta esta persona. Como ejemplo, me acuerdo que el primer día de clases de inglés de 3° año, Pat, la profesora, nos preguntó si nos gustaba su materia. Como a mí no me gustaba, no contesté. Se dio cuenta de que no le había contestado, entonces me preguntó específicamente a mí y cuando le dije que no, me contestó “este año te va a gustar”. Al principio no le creí, pero después sus clases fueron muy entretenidas y su relación con nosotros era casi de amistad. A lo largo del año, Pat nos fue conociendo y fue viendo qué temas le interesaban a cada uno, y a todos nos “enganchaba” desde un tema que nos gustaba, por ejemplo a mí siempre me incentivó para que aprendiera más sobre animales. Con el paso del tiempo me di cuenta de que nunca aprendí tanto inglés como ese año. Algo parecido me pasó en la facultad: un docente casi todas las semanas me mandaba a buscar información sobre algún animal autóctono, para relacionarlo con su materia. Así pude integrar conceptos de distintas unidades de la materia, relacionándolos con un tema de mi interés y además se generó un buen clima grupal, lo cual hacía que yo estudiara la materia con más ganas y así me resultó muy fácil aprobar los parciales, a pesar del poco tiempo que tenía para estudiar.


  • Para terminar, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Como dije anteriormente, creo que los objetivos de la educación dependen del nivel del que se trate. En el caso de que se trabaje con menores de edad creo que es importante acompañarlos en su crecimiento, marcarles aspectos de su comportamiento que podrían afectar su relación con sus pares, estimularlos para que aprendan sobre temas que les interesan. En el caso de la educación universitaria el principal objetivo es formar profesionales, por lo tanto creo que la exigencia tiene que ser máxima (especialmente en carreras en las que directa o indirectamente el mal desempeño del profesional puede afectar a la salud de los demás o al medioambiente) y hay que estimular a los estudiantes para que busquen información por su cuenta, para que se informen sobre los ámbitos en los que se van a desarrollar como profesionales y, en el caso de materias más prácticas que teóricas, hay que enseñar bien las maniobras necesarias, por ejemplo para intubar o para poner un catéter. No alcanza con realizar una maniobra dos veces en un día o en un cuatrimestre, creo que ese tipo de cosas hay que practicarlas durante varios meses para poder realizarlas con éxito una vez recibidos.

* Daniela Lin es estudiante de Veterinaria en la UBA. Actualmente está cursando cuarto año y se desempeña como concurrente en las cátedras de Química Biológica y de Semiología de esta Facultad. 

martes, 10 de septiembre de 2013

Encontrase (humano) con cada grupo. (Entrevista anónima)

Una de las novedades de este 2013 es la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió una docente universitaria que prefirió mantenerse en el anonimato.
 
Al iniciar la entrevista se advierte el posicionamiento de la docente en relación con sus objetivos, mucho más orientados a motivar e incentivar a l@s estudiantes en sus procesos de aprendizaje que a “darles respuestas”, mucho más cercano a la idea de “guiar” que a la idea de “enseñar”.
 
·         ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
·         Mi objetivo es ayudar a los estudiantes en su aprendizaje y ayudarlos a mostrar y defender sus propias opiniones. Soy docente de dos materias muy distintas: una básica (en los inicios de una carrera universitaria) y una aplicada (en realidad de dos materias que forman parte de una misma cátedra hacia finales de la misma carrera). En la materia básica, mi expectativa es poder movilizarlos de tal manera en que ellos mismos se superen. Muchas veces prefieren hacerme preguntas que responderlas ellos mismos, pensando, volviendo para atrás. Intento en general que ellos busquen sus propias respuestas, les comparto mi punto de vista que es que de nada les sirve que yo se las responda, prefiero guiarlos en esas respuestas para incentivar su auto-aprendizaje. En las materias aplicadas, mi expectativa es similar, apunto que se valgan por ellos mismos; que ellos enfrenten la situación real ahí, con el paciente, que decidan qué hacer con SU paciente, preguntando y repreguntando por qué, cuando no saben qué hacer, insisto en situarlos como si yo no estuviera ahí.
 
A la hora de pensar en la características que nos hacen mejores facilitadores de los aprendizajes, lo primero que aparece no es el conocimiento disciplinar, ni siquiera la formación pedagógica o docente sino cuestiones más “humanas”: la generosidad, la empatía, la capacidad de escucha, la observación crítica y, sobre todo, la propia capacidad de autodescubrise y estar abierto a aprender de y con l@s estudiantes.
 
·         ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
·         Creo que ante todo debe ser bondadoso, bondadoso al contar sus propias experiencias: contar la realidad de lo que le ocurrió a él cuando estaba del lado de los estudiantes, abrir el camino para poder escuchar cómo viven su “ser alumno”, en esta realidad de hoy. Este diálogo abre muchas posibilidades para el docente, posibilidades de adaptar la clase a los estudiantes que tiene en ese curso, ese día, ese año, en ese momento y no, adaptar la clase a su propia conveniencia. Sinceramente no creo que el “mejor docente” es quién más sabe, sino quién tiene algo para ofrecerle a los alumnos, quien puede ayudar a un cambio por minúsculo que parezca, un “algo” que motive al alumno a seguir, a “enfrentar” a los alumnos con su propio aprendizaje.
 
·         Es interesante lo que planteás, ¿qué otras características personales ayudan en este sentido?
·         Otra característica clave, a mi entender, es que el docente sea observador. Observar al grupo de alumnos y buscar en la facies quién está ahí, compartiendo el tema del día y quién se quedó en la apertura de la clase o se quedó hace tres clases. Al observar al grupo, no sólo podemos recuperar entre todos alguna idea, sino también se puede lograr evidenciar fallas propias de la propia propuesta docente (en cualquier tipo de clase) y hacer ajustes en base a ese grupo, ese momento, ese tema. Una tercera característica que creo importante es mostrarse humano, sí, humano. Por supuesto que la idea de esta característica se entrelaza con las anteriores. Mi opinión de mostrarse humano la justifico desde el punto de vista que no creo que repitiéndoles a los alumnos lo que ellos mismos pueden conseguir en la bibliografía, mostrándoles cuánto sabe el docente, sea una manera de facilitarles su aprendizaje sino de lucirse ante ellos y nada más. La trayectoria formativa del docente puede verse enriquecida con distintos cursos, carreras o grupos de docentes pero el quehacer docente, el encontrarse a uno mismo, siendo uno mismo, encontrarse con cada grupo e intentar distintos estilos, distintas estrategias, es como uno busca responder a esta pregunta; como uno busca facilitar el aprendizaje de sus alumnos.
 
Para terminar, la docente ejemplifica el posicionamiento que vino describiendo a lo largo de la entrevista con algunas de sus propias prácticas y vuelve sobre la idea de un docente facilitador del meta-aprendizaje, de un docente que guía y motiva a l@s estudiantes en el descubrimiento de sus propios procesos cognitivos y de su propia capacidad de (trans)formarse, ubicando a “las preguntas” en un lugar relevante de esta construcción. El cierre muestra una idea emancipadora que no excluye (sino que necesita) de la presencia: “siempre vamos a estar ahí para ellos”.
 
·         ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
·         Creo que dentro de mi práctica docente lo que más recalco es que pueden (y deben) valerse por ellos mismos. Que siempre que tengan una pregunta, se la hagan a ellos mismos primeros pero no una vez y de una sola manera, les planteo que la desmembren. En general, el alumno hace una pregunta al docente para que éste le conteste, ¿no? Pues mis “pobres” alumnos después de unas cuántas veces que me preguntan se dan cuenta que yo tan sólo les responderé con otra pregunta y otra y otra, hasta intentar encaminarlos a la respuesta de la pregunta original. Muchas veces ellos mismos después de dos-tres-cuatro preguntas mías, dicen “ahhh lo que te pregunté, entonces se responde así y asá”. Ellos mismos se responden! A lo que yo concluyo “ves? ¿Para qué me preguntás si ya sabías la respuesta?” Y todos terminamos riendo porque suelen contestar “Es más fácil que me lo respondas vos, profe”. Después de estos momentos también me gusta incentivarlos con una pregunta para pensar, una “de esas que no están en los libros”, invitando a que la respondan en grupo, que discutan, que defiendan puntos de vista. Creo que estas prácticas invitan a que vean que el aprendizaje depende más que nada de ellos mismos, que los docentes sólo podemos ayudarlos en ese camino, pero no hacerlo por ellos, aunque siempre vamos a estar ahí para ellos.

martes, 3 de septiembre de 2013

¿Quién da el primer paso?


¿Cuántas veces te ocurrió como docente de pensar que las cosas son así y no pueden cambiar porque “las Instituciones” (no sólo educativas) así lo determinan? ¿Cuántas veces pensaste que l@s estudiante no acompañarían los cambios que soñás porque “las Instituciones” (no sólo educativas) así los condicionan? ¿Cuántas veces te imaginaste luchando sólo suponiendo que otr@s docentes no se sumarían porque “las Instituciones” (no sólo educativas) lo impedirían?

¿Cuántas veces te pasó como estudiante de pensar que las cosas no pueden ser de otra manera porque “las Instituciones” (no sólo educativas) así lo determinan? ¿Cuántas veces pensaste que l@s docentes no acompañarían los cambios que soñás porque “las Instituciones” (no sólo educativas) así los condicionan? ¿Cuántas veces te imaginaste luchando sólo suponiendo que otr@s estudiantes no se sumarían porque “las Instituciones” (no sólo educativas) lo impedirían?

Si tu respuesta es “muchas”, “unas cuantas” o (al menos) “algunas”, te invitamos a reflexionar un poco sobre esto y a intentar profundizar en el análisis de la cuestión a partir de una anécdota real que ocurrió hace poco.

Pero antes de la anécdota, es preciso adelantar algo: los sujetos “activos”, “concretos” y “reales” de todas las preguntas con las que iniciamos esta entrada (docentes, otr@s docentes, estudiantes y otr@s estudiantes) somos seres humanos (con algo así como la “condición humana”); con inquietudes, con emociones, con limitaciones, con sueños, con sentimientos y con capacidad de acción y de transformación. Mientas que “el sujeto abstracto” de todos los condicionamientos, los determinantes y los impedimentos de esas mismas preguntas pareciera ser “las instituciones” que, como tales, no pueden actuar si no es a través nuestro, a través de las personas que las integran, aunque a veces les demos una “entidad superior” y un poder al menos discutible. En este sentido, tal vez sea hora de demostrar(nos) que esto puede no ser tan así.

Ahora sí, la anécdota.

Hace poco al pie de las escaleras internas de una institución educativa, un estudiante y un docente charlaban sobre “la Educación”. Resulta ser que el estudiante se había mostrado interesado en la idea de las pedagogías alternativas (siempre resulta curioso esta idea de “alterativas”, ¿alternativas, a qué? y, más importante aún, ¿alternativas, por qué?) y el docente le había recomendado alguna bibliografía y algún que otro video disponible on line (de resultados siempre más “inmediatos” que nuestros queridos libros) con la propuesta de charlar luego para ver qué pensaba el estudiante sobre lo leído o lo visto y de intentar buscar acuerdos y desacuerdos.

A lo largo de la charla (interesante y enriquecedora por donde se la mire) parecía quedar claro algo: ambos se convencían, palabra a palabra y gesto a gesto, que las cosas no necesariamente “deben ser así” y que no son tan ciertos los presupuestos de las preguntas con las que abrimos este texto. Parecía quedar claro que, a pesar de lo complejo de la situación actual de las instituciones educativas y de sus “funciones” no siempre explicitadas ni siempre compartidas por tod@s (aspectos que ya abordamos ampliamente en entradas anteriores de este Blog), las instituciones (educativas) no eran (afortunadamente) tan efectivas en ese condicionamiento, en esas determinaciones, ni en esos impedimentos que presuponían las preguntas del inicio pero sí en el haber generado un (siempre nefasto) “sentido común” que nos hacía creer que efectivamente esto era así.

Afortunadamente no es cierto que “las instituciones” determinen todas nuestras prácticas docentes ni todas las prácticas de l@s estudiantes, ni es cierto que l@s estudiantes y l@s docentes no se sumarían a la (trans)formación de sus colectivos ni acompañarían los cambios que sueñan respectiva y mutuamente docentes o estudiantes. Y existen en el mundo sobrados ejemplos de que esto no es así y de la posibilidad que tenemos las personas que formamos “las Instituciones” de transformarnos y transformarlas.

Lo cierto es que en un momento de la charla, el estudiante (obviamente, ¿quién otro iba  a ser?) hizo “la pregunta”:

-      “está bien pero, entonces, ¿quién da el primer paso?”.

Y el docente (obviamente, ¿quién otro iba a ser?) se quedó perplejo ante semejante pregunta e intentó una respuesta:

-      “Nosotr@s, la respuesta a esa pregunta siempre es nosotr@s”.

Y ese “nosotr@s” es un nosotr@s que nos incluye, nos compromete, nos incomoda, no nos deja dormir tranquil@s. Es como saber algo y no hacer nada, o peor aún, es como saber que ”nosotr@s” podemos hacer algo y no hacer nada.

Pero también ese “nosotr@s” es un nosotros que nos invita a romper con la lógica actual, a animarnos a demostrar(nos) que no es cierto que otr@s docentes y otr@s estudiantes no se sumarían y que no es cierto que “las Instituciones” (aún si se lo propusieran) puedan impedirlo. Es un “nosotr@s” que nos invita (y en algún punto nos obliga) a ser disruptivos y a transformar en actos nuestras ideas y nuestras palabras. Es un “nosotr@s” que nos propone intentarlo con el riesgo y el esfuerzo que eso supone pero con la promesa de la recompensa trasformadora de la realidad.

Entonces, ante semejante desafío, vuelve a surgir la misma pregunta: “¿quién da el primer paso?” y la respuesta a esa pregunta siempre es: “Nosotr@s!!!