martes, 31 de marzo de 2015

¿Quién es “tutor” de quién?


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 4 de Junio de 2013:

Hoy nos proponemos reflexionar sobre una práctica cada vez más común en los diferentes niveles de nuestra Educación: las tutorías.

Cada vez es más común escuchar hablar de tutores escolares, tutores académicos, tutores de becas, tutores virtuales y hasta los redundantes tutores de tutores. No es la intención de este texto describir ni criticar estas prácticas (que desde este Blog alentamos y valoramos) sino reflexionar sobre la relación que existe entre (uno de) los orígenes de la palabra “tutor” y (una de) las concepciones de la acción tutorial, al mismo tiempo que repensamos (una vez más) nuestra propia práctica docente.

Hace unos meses, en una práctica virtual en el marco de la acción tutorial, preguntamos a estudiantes de Escuela Media que empezaban a tener tutores, cuáles creían que eran las funciones de un tutor escolar. Un par de estudiantes respondieron que, como no tenían idea de qué era o qué hacía un tutor escolar, lo habían buscado en internet y les había aparecido la analogía con el “tutor”, que es esa vara o palo que se ata con una cinta o soga a las plantas endebles para que “las guíen” y las ayuden a “crecer derechas” y a “no apartarse del camino”.

Obviamente nuestra primera reacción ante la analogía no fue muy buena y rápidamente tuvimos en claro que lo que nosotr@s entendemos por “acción tutorial” dista mucho de algo así. Sin embargo, como no siempre estamos del todo de acuerdo con lo que pensamos, elegimos (una vez más) darle una vuelta de tuerca al asunto y (re)pensarlo a la luz de nuestras trayectorias y nuestras prácticas docentes como una manera de (una vez más) repensar estas últimas.

Después de analizarlo un poco, nos dimos cuenta de que no estaba tan mal la idea de un alguien que pudiera haberse apartado del camino y un otr@ que, en la acción tutorial, l@ ayude a volver a enderezarlo. Entendimos que no era del todo falso que existe la posibilidad de que alguien que perdió el interés por lo que hace en el ámbito educativo lo recupere con la ayuda de un otr@ que, en la acción tutorial, le recuerda (desde su rol diferente) el sentido de la tarea. Nos pareció bastante lógico que al entablarse un vínculo entre estas personas, alguien descubriera a ese otr@ que, en la acción tutorial, lo ayudara a redescubrirse a sí mismo y le diera de vuelta un lugar y un sentido. También llegamos a la conclusión de que podía ser que alguien estuviera estancado, frustrado, incapacitado para avanzar, adormecid@ y que un otr@, en la acción tutorial, lo ayudara a volver a creer en sus capacidades, a volver intentarlo, a avanzar y a (re)despertarse.

El problema no era entonces la analogía o la comparación de la acción tutorial con la idea de la vara y la planta endeble sino que el problema era (una vez más) el orden de las palabras o, mejor dicho en este caso, el orden de los sujetos de la acción tutorial.

Existen much@s docentes que han perdido el interés por su tarea (si es que alguna vez lo tuvieron), docentes que se han apartado del camino (si es que alguna vez estuvieron en él), docentes que olvidaron el sentido de su tarea (si es que en algún momento lo conocieron) pero afortunadamente existen varias formas de luchar contra todo eso y una de ellas es la acción tutorial.

Al emprender una acción tutorial (tarea que le deseamos y recomendamos a tod@s l@s docentes de todos los niveles) son l@s estudiantes l@s que nos sirven de “vara”, son l@s estudiantes l@s que nos devuelven o nos refuerzan el interés por nuestra tarea, son l@s estudiantes l@s que nos ayudan a volver al camino o a mantenernos en él, son l@s estudiantes l@s que nos recuerdan el sentido de nuestra tarea o nos ayudan a no olvidarlo. La acción tutorial es una experiencia extraordinaria para (re)descubrir a ese otr@, que nos ayuda a (re)descubrirnos a nosotr@s mismos, como personas y como docentes.

Ojalá tod@s l@s docentes, en especial aquell@s que por situaciones “del ambiente” (“climáticas”, sociales, “hídricas”, familiares, “edáficas”, personales, “eólicas”, etc…) necesitan de cierta “guía” o cierta ayuda, tengan la suerte de ser parte de la acción tutorial y si no tienen esa “suerte institucional”, recuerden que nada les impide realizar su práctica docente ubicándose en un lugar a medio camino entre “el profesor” y “el tutor”, aunque este último sea, en realidad, una especie de “tutor tutoreado”.   

lunes, 30 de marzo de 2015

Si el objetivo no es claro, el destino es incierto. Por Sergio Morado *


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 28 de Mayo de 2013:


"No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige", Arthur Schopenhauer.

En cualquier emprendimiento que uno realice lo primero a plantearse es, sin duda, los objetivos. Esos objetivos deben adaptarse a los recursos con los que se cuenta, pero a menudo también suelen estar limitados por circunstancias externas. En determinados casos, los objetivos pueden ser establecidos en forma unipersonal y en otros por una discusión y puesta en común grupal. De cualquier forma, deberían ser el fruto de una profunda reflexión sobre el camino a seguir y ser respetados en cada acto de toma de decisiones posterior.

Los proyectos educativos que constituyen los cursos de las asignaturas universitarias parecen en ocasiones estar al margen de esos preceptos. Esto se debe, por un lado a que los objetivos propuestos en los programas no son revisados y puestos en discusión con asiduidad para determinar si se corresponden o no con los objetivos de la carrera y con lo que la sociedad demanda de los profesionales formados. Por otro lado, se debe también a que los docentes a cargo de las clases desconocen, en muchos casos, los objetivos de la asignatura en el marco de la carrera a la que pertenece.  

La grave consecuencia de esa falta de claridad y comprensión de los objetivos es que los estudiantes suelen quedar sujetos a los objetivos propios de cada docente. Así, se terminan priorizando cuestiones u opiniones personales no sólo en el momento de la clase sino también en las instancias de evaluación. En ese contexto, es habitual observar cursos en los cuáles, si bien los contenidos de la asignatura no son soslayados, sí se desestima el desarrollo de las competencias y las actividades de relación o elaboración de conceptos  necesarias para transformar a los estudiantes en profesionales. En esos cursos el estudiante universitario suele verse forzado a presenciar clases que avanzan como un barco a la deriva, en las cuales no hay una jerarquización de conceptos ni una integración de contenidos. Así mismo, no es poco común encontrar exámenes en los cuáles la prioridad no es evaluar los conceptos centrales de la asignatura o la capacidad de comprensión y relación, sino analizar la cantidad de contenidos acumulados por los estudiantes mediante preguntas que sean de fácil y rápida corrección para los docentes.

Por estar en una etapa formativa, los estudiantes pueden confundir (los objetivos) y creer que el único objetivo consiste en incorporar los contenidos mínimos para aprobar las asignaturas. Los docentes no pueden caer en esa confusión. Es necesario que los docentes universitarios comprendamos que el objetivo principal de cada carrera es formar profesionales competentes y autónomos que tengan la capacidad para aplicar los conocimientos adquiridos,  mantenerse actualizados y generar nuevos conocimientos. Ese objetivo debe tenerse en consideración en cada intervención educativa presencial o no presencial.

* Sergio Morado (@sergiomorado1) es docente-investigador en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, becario doctoral de CONICET y ferviente apasionado de la música y la literatura.

viernes, 27 de marzo de 2015

Rompiendo, desde adentro, las estructuras del paradigma (Entrevista a Miguel Huguet)


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 14 de Mayo de 2013:


Al comienzo de la entrevista, Miguel propone responsabilidades compartidas por docentes y estudiantes y pone de manifiesto el valor (pedagógico) de la duda y la relevancia del planteo de preguntas y de la búsqueda de respuestas.
 

·Miguel, ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?

·Los objetivos que yo tengo cuando comienzo una cursada son aquellos que me ayudan a que los alumnos entiendan la materia. Decir que los alumnos entiendan suena a que la responsabilidad de ese entendimiento recae en el alumno, pero no. En mi caso espero que salgan de la cursada (y de la materia) con algunas dudas claras y concretas. Las materias que yo dicto (Genética Básica y Virología Animal) son materias netamente básicas y que tienen un fuerte componente molecular y eso genera muchas incógnitas en los alumnos. Mis propósitos apuntan a que se planteen esas incógnitas y después buscar las maneras de contestarlas.
 

A la hora de hablar de prácticas, herramientas o estrategias, surge un concepto central de la práctica docente: el (buen) humor. Miguel también reflexiona sobre uno de los recursos más efectivos para motivar a l@s estudiantes y captar su atención: el uso de objetos concretos y reales (como una cuerda) que sirvan para tratar de “ver” lo que estamos diciendo.
 

·¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?

·Creo que dentro de mi práctica docente mi estrategia más exitosa es el uso del humor. Son medio payaso y logro que los alumnos presten atención por medio del humor. Yo sé que es un arma de doble filo porque puede desviarse la atención del alumno a la gracia y no a la información que planteo desde el humor. A la hora de explicar algún tema abstracto de genética trato de representarlo en el frente con la colaboración de los alumnos, por ejemplo: la explicación del superenrollamiento positivo de la doble hélice de DNA. Solía llevar al aula una cuerda y generaba una representación de las distintas enzimas y proteínas involucradas en el evento. Para ello, utilizaba alumnos en el papel de las enzimas y les preguntaba qué función tendrían en el evento (no sé, topoisomerasas, helicasa, etc.). De esa manera trataba de fijar los conceptos.
 

Uno de los aspectos que suele preocupar a los docentes es la relación y la proporción docentes/estudiantes y estas dos, a veces, van de la mano. Aunque no siempre es así, mejores proporciones docentes/estudiantes deberían facilitarnos el trabajo de construir mejores relaciones docentes/estudiantes (saliendo de lo que Miguel llama “un esquema muy chato y aburrido”) y logar así un vínculo basado en la confianza.
 

·Miguel, si pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica docente diaria, ¿qué cambiarías?

·Cambiaría la cantidad de alumnos por docente, no se llega a conocer a los alumnos y los alumnos no llegan a entrar en confianza (bien entendida) con el docente para bajar la guardia y relacionarse en forma concreta y relajada. La relación docente alumno es desigual, ellos esperan que nosotros le “demos” la información y nosotros esperamos que ellos la “tomen” y la “incorporen” y hasta la quieran en algunos casos. Bueno, ese esquema es muy chato y aburrido. Si pudiésemos charlar más y repetir menos información estaríamos generando una mejor transferencia de conocimiento.
 

·Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?

·No estoy muy seguro, pero considero que no dar las cosas por obvias mejoraría mucho nuestra práctica docente. En este sentido, alguna novela de intrigas de Chesterton, o Conan Doyle estarían bien. Tal vez, “El club de los negocios raros” de Chesterton. El humor, como ya dije, es un componente importante en mi actividad docente por lo que este tipo de novelas de sutil humor inglés pueden ayudar. Por otro lado, no dar por sentado o dar por obvio las cosas es un punto importante de la actividad docente, una película inteligente en ese aspecto puede ser “Los sospechosos de siempre”.
 

Para terminar, Miguel propone una idea más que interesante, que tiene que ver con trabajar dentro de un paradigma para romper sus propias estructuras. Un concepto que trabajamos varias veces en este Blog, con ejemplos como la trilogía de Matrix o la contracultura que hacen ciertos medios emergentes de comunicación. Esta cuestión tan clásica en las discusiones sobre Educación de la (deseable) tensión entre “lo que se conserva”, “lo que se destruye” y “lo que se transforma”.
 

·Miguel, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?

·El objetivo de la Educación es la formación de los individuos dentro del paradigma en el que viven en el momento en que son educados, y eso está bien, pero creo que “debería ser” favorecer el pensamiento crítico y la imaginación. Dicho pensamiento crítico, inevitablemente, también está dentro del paradigma. Romper esas estructuras a las que llamamos paradigma es fruto de la educación.
 

* Miguel Javier Huguet es Veterinario, egresado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA el siglo pasado. Es Magister en Biotecnología y doctorando de la UBA y se encuentra cursando el segundo año de la Especialidad en Docencia Universitaria. Se desempeña como docente de las materias Genética Básica (desde 1994) y Virología Animal (desde 2008). En ambas cátedras también participa en diferentes proyectos de investigación. También es tutor académico de alumnos de primer año de la carrera de Veterinaria (UBA).


jueves, 26 de marzo de 2015

Imaginando un “espacio” de (trans)formación de sujetos (Entrevista a Carla Veloso).


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 21 de Mayo de 2013:

En su primera reflexión, Carla, revela la centralidad que tiene, para ella, el rol del docente y la responsabilidad que l@s docentes tenemos por la enorme capacidad de decisión que, a priori, tenemos, más allá de que podamos luego socializarla. También hace referencia al poder “formativo” o (trans)formador del sujeto, que tiene (o debería tener) la Educación.

  • Carla, ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Cuando comienzo una cursada, tengo más que nada expectativas a cerca del docente. Ya que éste es el responsable de dar las clases y hacerlas más o menos dinámicas. Los temas que hay que abarcar obligatoriamente son específicos, pero depende de él cómo llevar a cabo la clase. La Educación hoy tiene fines disciplinarios, cuando, en mi opinión, los fines deberían ser de carácter formativo del sujeto. De esta forma generar una igualdad en el desarrollo social y humano mediante la formación de un capital cultural donde se brindan herramientas de conocimiento.

A la hora de pensar en las características de l@s docentes, Carla no sólo nos recuerda la importancia de trabajar las herramientas y las estrategias que hacen al “aprender a aprender”, sino que trae una idea que han trabajado varios autores (como Daniel Prietto Castillo): la idea de que docentes y estudiantes somos coprotagonistas de la acción de dar sentido al mundo que habitamos para transformarlo, construyendo cotidianamente saberes y prácticas “desde la comunicación”.

  • Carla, ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Creo que el profesor debe tener no solo una muy buena oratoria, sino que una capacidad para comunicarse y hacerse entender claramente. Creo que un docente debe formar al alumno no solo en su materia, sino ayudarlo a crear una metodología de estudio. Armar al alumno de herramientas para que puedan encontrar su propia forma de estudiar. Una estrategia que creo que facilitó mis aprendizajes, en reiteradas situaciones, fue la de dejar de lado el papel tradicional e impuesto de ser el docente, y provocar así una cercanía al estudiante, darle un lugar de expresión.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Recomendaría “Los niños del Cielo”, de Majid Majidi. Las películas que están bien logradas siempre tienen mucho por transmitir. No siempre hay que ver películas que abarquen una temática particular como podría ser “La Educación” para poder reflexionar a partir del ella a cerca del tema.

Como buena estudiante de arquitectura, Carla, reflexiona sobre un hecho para nada menor de nuestras prácticas docentes: el aula. Un espacio tan naturalizado y (lamentablemente) tan poco cuestionado, que debe necesariamente ser repensado en sintonía con los cambios y las mejoras que hagamos en las estrategias de enseñanza y en los procesos de aprendizaje de nuestr@s estudiantes, porque el espacio nos condiciona y debemos transformar el “espacio aúlico” en un lugar de aprendizaje.

  • Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar el compromiso, la motivación y la participación tuya y de tus compañer@s, ¿qué propondrías y por qué?
  • Con respecto a mi experiencia, creo que la organización de los bancos en la clase tiene mucha influencia en los alumnos. También el espacio áulico tiene impacto en el alumno, cuando se piensa en la flexibilidad, movilidad, etc.

Para terminar, le pedimos a Carla que relate un episodio significativo de su experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente en particular y, no por casualidad, eligió un hecho lúdico, que implicó “pensar” e “imaginar” y que, tal vez justamente por eso, logró entusiasmar y motivar a l@s estudiantes.

  • Instantáneamente recordé un juego que había hecho mi profesora de Biología, donde nos juntábamos en grupo y teníamos que buscar diferentes características y diferencias de distintos tipos de plantas (que ella nos había dado fotos), y pensar el “para qué” de éstas. Recuerdo que nos incentivó mucho a pensar y a imaginar razones para los usos de dichas características. Y escuchar las ideas (algunas muy descabelladas) de nuestros compañeros. Elegí contar este episodio porque recuerdo que todos mis compañeros estaban entusiasmados imaginando posibles respuestas. Dos características que entorpecen, a mí criterio, el aprendizaje y la motivación del alumno son la falta de compromiso del docente con el grupo de alumnos y con su propia materia. Ser docente no es únicamente cumplir con un programa de estudio, sino poder transmitirlo a los alumnos. Eso no significa que a todos los alumnos les tenga que gustarla materia, pero sí que puedan comprenderla.

* Carla Veloso es estudiante de Arquitectura en la FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo). Es ayudante en la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como voluntaria en el Área de Apoyo Escolar y Acompañamiento Educativo del Programa Integral de Acción Comunitaria en Barrios Vulnerables (PIACBV) de la Secretaría de Extensión de la UBA.


miércoles, 25 de marzo de 2015

Que la tortilla se vuelva.


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 7 de Mayo de 2013:

Hoy les proponemos (re) pensar un poco cuatro o cinco términos que son de gran importancia en nuestra tarea y que usamos, a veces, (casi) sin pensar: “evaluar”, “aprendizajes”, “planificar”, “enseñanza” y “reflexionar”.

¿Cómo? ¿No es eso lo que el Blog propone hace ya más de un año? Sí, pero hoy lo vamos a hacer de otra manera, digamos “desde otro lugar” o, mejor dicho, poniendo las palabras en otro lugar, en otro orden. Aún así suena a una tarea titánica pero esta idea de cambiar el orden de las palabras tiene que ver con un recorte bastante particular que acota (en mucho) el análisis y lo convierte en, digamos, posible.

Es por eso que en este texto no vamos a definir los términos “evaluación”, ni “aprendizajes”, ni “planificación”, ni “enseñanza”. Ni siquiera vamos a profundizar en lo relevante que resulta, en nuestras prácticas docentes, el posicionamiento que tengamos sobre esos términos. La idea es, simplemente (pero de una manera no tan simple), invertir el orden en que esas palabras suelen aparecer y ver qué pasa.

Antes de ver cómo podríamos “re-ordenarlas” para el ejercicio que queremos proponerles en esta oportunidad, l@s invitamos a pensar cómo suelen aparecer “ordenadas” o combinadas estas cuatro palabras. Lo más habitual o lo más fácil pareciera ser juntar “evaluación” con “aprendizajes” y “planificación” con “enseñanza”. Veamos.

Se ha escrito muchísimo sobre “evaluación de los aprendizajes” y está muy bien. Tod@s coincidimos (aunque no siempre en los cómo, los cuándo, los dónde, los porqué o los para qué) en que “evaluar los aprendizajes” de nuestr@s estudiantes es una de nuestras tareas docentes y, por cierto, una muy importante. También es probable que tod@s coincidamos (aunque no siempre en los cómo, los cuándo, los dónde, los porqué o los para qué) en lo relevante que resulta (tratar de) “planificar la enseñanza” y reflexionar sobre ella.

Sobre estas dos tareas se ha hablado y escrito mucho, incluso desde este lugar hemos analizado (o intentado analizar), en alguna ocasión, aspectos relacionados con las mismas. Ahora, ¿qué pasaría si cambiamos el orden de las palabras? Entonces tendríamos que preguntarnos por dos (nuevas) tareas bien distintas y (al menos) tan importantes como las anteriores: “evaluar la enseñanza” y (tratar de) “planificar los aprendizajes” y reflexionar sobre ellos.

Como cambia el sentido, no?

En esta (nueva) manera de pensar (y de actuar) tendríamos que imaginar (y utilizar) estrategias para “evaluar” nuestros objetivos, nuestras prácticas, nuestras propuestas; así como su relevancia, su pertinencia, su eficacia y, si fuera necesario, tendríamos que utilizar los resultados de esa evaluación para tomar decisiones fundamentadas de mejoras y cambios. Del mismo modo, deberíamos intentar planificar qué, cómo, cuándo y dónde aprenden nuestr@s estudiantes; lo que es, evidentemente, muy difícil y nos veríamos obligados a reflexionar sobre lo que real y efectivamente aprendan y a analizar las diferencias con lo que planificamos o esperábamos.

¿Es más trabajo? Sí. ¿Es más complejo? Sí. ¿Lleva más tiempo? Sí. ¿No podemos “copiar y pegar” de una planificación vieja o de “la prueba del año pasado”? No. Pero puede sernos de gran ayuda para mejorar nuestras prácticas y ser cada vez más facilitadores de aprendizajes, cada vez más significativos, en nuestr@s estudiantes, cada vez más autónomos.

L@s invitamos, entonces, a invertir la lógica: evaluar la enseñanza y (tratar de) planificar los aprendizajes y reflexionar sobre éstos.

viernes, 20 de marzo de 2015

La lupa en el docente: La evaluación. Por Matías Tellado.


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 30 de Abril de 2013:


La evaluación es un aspecto de nuestra tarea docente que se puede abordar desde muchas ópticas, en este caso opté por enfocarme en la evaluación de acreditación o evaluación final de una asignatura universitaria, poniendo énfasis en el rol docente y asumiendo que independientemente del marco formal de la evaluación, resulta interesante y necesario reflexionar sobre los aspectos sociales de la instancia de evaluación.

¿Evaluamos con el programa de la asignatura o evaluamos con un criterio personal basado en los contenidos? Aún si el programa fuera deficiente, ¿debería ser tenido en cuenta o podemos tomar la evaluación como algo más informal? ¿Qué le preguntamos a un estudiante, cuál es el fin de la pregunta? ¿Qué es lo que queremos evaluar? ¿Cómo resolvemos los conflictos que se suscitan en el examen? ¿Qué pasaría si sospechamos que la respuesta fue aprendida memorísticamente o el razonamiento fue trasladado de un libro o de la clase en forma literal? ¿Nos alcanza? ¿Sería problema del estudiante, del docente o es problema de la pregunta?

Estas preguntas deberíamos hacérnoslas los docentes antes de asumir la tarea de evaluación, de forma tal de tener una idea de antemano del enfoque y estilo del examen del que vamos a participar. A veces, damos por sentado que los estudiantes se han preparado, durante el desarrollo de la asignatura, para el estilo de evaluación más allá del contenido.

Algunos docentes, tratamos de tener un esquema mental general de la situación de examen, de forma tal de ponderar por un lado los requerimientos de la estructura pedagógica de la cátedra y por otro lado nuestras convicciones personales. Más allá de esto consideramos también el enfoque que tuvo la enseñanza que se brindó a los estudiantes durante el curso. De éste complejo análisis surge tan solo una calificación numérica de los aprendizajes de los estudiantes. Solo eso. Es un proceso complejo, social, humano, profesional y emocional del que paradójicamente se desprende una calificación numérica.

Teniendo en cuenta esta situación, el objetivo principal de los docentes en la evaluación es calificar numéricamente la instancia de examen, como una representación de los aprendizajes del estudiante en el área evaluada. Esto dejaría de lado todo lo que incurra en sesgar esa representación ya sea por no ser considerado un aprendizaje, o por no pertenecer al área en cuestión.

Como todos los docentes que cuestionan y reflexionan sobre su tarea, hemos experimentado situaciones en algunos casos incómodas, que surgen durante un examen y que nos hacen cambiar el estilo, o el enfoque del examen. Por ejemplo la situación en la que aún luego de hacer 20 preguntas; uno, como docente, no puede ser capaz de colocar una nota que represente los verdaderos aprendizajes del estudiante, o la situación en la que uno se da cuenta que el estudiante adquirió los aprendizajes pero no le resulta posible avanzar en un tema, o le cuesta mucho expresarse, o que siempre contesta las preguntas acercándose al concepto pero nunca, a nuestro juicio, de forma exacta. Los docentes somos responsables de esto ya que se empieza a hacer difícil preguntar, las preguntas pierden calidad y las respuestas son temerosas, los estudiantes piensan con mucha angustia, contestan de forma apresurada, intentando finalizar el examen lo más pronto posible, no discuten, caen en silencios que los angustian aún más y se establece en la mente del docente (y del estudiante) una situación dicotómica entre aprueba o desaprueba, eso nos deja ciegos de objetivos, se pierde el buen gusto, el agrado, se pierde la paciencia, el clima se incomoda y molesta a todos. Se pasa rápidamente al rol de “detector de errores”, de forma que la decisión termina siendo por un acúmulo de errores o aciertos. Esto pasa. Es triste pero en esta situación, en la que el juicio se pierde se nota aún más la asimetría entre el docente y el estudiante, y es aquí donde se suele caer en una puja en la cual el estudiante no tiene en ningún caso la última palabra.

Mi propuesta es no llegar nunca a esta instancia, hay que tener un “plan b” para no someter al estudiante a esta situación. Según el caso, por ejemplo un examen más diagramado y ordenado podría ayudar al estudiante a ubicarse en los temas, antes de establecer vínculos entre ellos, de hecho tanto los libros como nuestras estructuras mentales tienen un orden, y mezclar, integrar y desenvolverse con soltura en el desorden no hacen a la calificación que debemos realizar como docentes. Decir en voz alta y con soltura el abecedario al revés es una virtud de pocos y esto no denota ningún rasgo de integración, vinculación o inteligencia para mí valorable. En otros casos tal vez sea factible un examen más relajado, mas dialogado, sin preguntas y respuestas tan directas, asemejándose a una charla de expertos, donde el tema está dado por la asignatura misma, y los expertos resultan ser el docente y el estudiante. Funcionaría con algunos estudiantes que dispongan del carácter, la seguridad y el conocimiento para poder adoptar sin presión este rol más activo.

Tener en cuenta que el rol docente nos pone en una posición asimétrica, que debe ser tomada con sumo respeto y responsabilidad. Un docente puede sin vacilar desaprobar a un estudiante que no lo merece y puede generar un daño personal muy significativo en un individuo si en un examen se actuara de forma injusta o cruel. Debemos acordarnos que los estudiantes son nuestra razón de ser, si un docente sintiera recelo, molestia, incomodidad, ira o fastidio, debería separarse del equipo y solo ocuparse de tareas “objetivas”, que tengan un rol “no social”. Debe ser valiente y reconocer que puede estar siendo injusto.

Invito a los docentes a que reflexionemos sobre la forma, la estrategia y la actitud en el examen. Tomémonos un tiempo para revisar nuestro rol y nuestra responsabilidad. No nos olvidemos que nos toca la compleja tarea de calificar numéricamente un examen que resulta ser un evento social y que lamentablemente, en nuestro sistema de acreditación universitaria, esa nota será la única representación de los aprendizajes.

* Matías Tellado es Veterinario y docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. Descubre día a día una gran pasión por la docencia y la oncología. Siempre elije el camino más complejo para evitar el aburrimiento. Lo caracteriza el buen humor. Lo encontrás en www.vetoncologia.com


jueves, 19 de marzo de 2015

“El arte de educar”. (Entrevista a María Fernanda Sánchez)


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 23 de Abril de 2013:

Desde el comienzo, Fernanda se encarga de no “cerrar” el universo de las posibilidades de acción de la tarea docente a la cuestión disciplinar, incluyendo otros aspectos del desarrollo y la (trans)formación personal y colectiva (ella dice “social”) de l@s estudiantes.

  • Fernanda, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?
  • Ser docente para mí significa ejercer “el arte de educar”, enseñando no solamente los conocimientos de la asignatura en cuestión sino también complementando a nivel social y de desarrollo interior de los “alumnos”. Haciendo un aporte a la formación total de la persona.

A la hora de pensar en las expectativas que tiene al iniciar una cursada, Fernanda pone el acento en su formación profesional pero nos recuerda un objetivo central que resulta tan importante como el de aprender la materia: aprobarla! Más allá de que podamos no coincidir con la forma en que plantea la relación entre el estudiante, el libro y el docente; es claro que espera que sus docentes sean capaces de involucrarse personalmente con sus aprendizajes y puedan compartir sus experiencias.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • En relación a mis objetivos son variados, desde aprender cada vez más con las materias de la carrera, para ir formándome como profesional; aprender de los docentes que al ser veterinarios te muestran los distintos caminos que puede llegar a tomar la vida de un veterinario; y, obviamente, aprobarla! En cuanto a las expectativas de los docentes y la enseñanza, espero que lo hagan más ameno e interesante, no solo un copiar y pegar del libro, sino una mezcla con sus experiencias y buena voluntad para enseñar. Ya que para leer libros, ya los tenemos en casa, y una buena idea de las clases sería que se complementen con otras cosas que los libros no enseñan.

En línea con esta idea de aprender/aprobar la materia, alguna vez planteamos el tema de las responsabilidades (al menos) compartidas, cuando un estudiantes cursa o rinde varias veces la misma materia. Sobre este tema, la posición de Fernanda es clara y nos recuerda la importancia que tiene el manejo de las cátedras y la relevancia de la presencia (física y simbólica) de los docentes.

  • ¿Podrías relatar un episodio significativo (por interesante, por triste, por alegre, por extraño, por formativo) de tu experiencia como estudiante?
  • El episodio más reciente que me ocurrió y que me marcó mucho fue el del final de una materia, que tuve que rendirlo cuatro veces hasta aprobarlo. El manejo de la cátedra me parece que está mal, que es desprolijo, que recaen todas las responsabilidades sobre una sola persona que no tiene exclusividad con la facultad y que se hace presente sólo una vez por semana. No dando respuestas rápidas a las dudas e inquietudes de los alumnos.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • “Another brick in the Wall” de Pink Floyd. ¿Por qué? Invito a verlo y a sacar sus propias conclusiones!

Muchas veces se discutió y se seguirá discutiendo la cuestión de la dicotomía teoría/práctica y sus implicancias en las decisiones pedagógicas y en los aprendizajes. La realización de prácticas por parte de l@s estudiantes, tiene un sinfín de ventajas que incluyen lo motivacional, el aprendizaje de procedimientos y actitudes y la aplicación de los conceptos más teóricos en problemas (más o menos) reales; entre otros muchos procesos neurocognitivos que favorecen la construcción de conocimientos y los aprendizajes significativos.

  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes actuales o pasados, resultan o resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Estoy totalmente convencida de que la práctica nos hace mucho más receptivos a los contenidos de las materias, cosa que falta bastante en la carrera de Veterinaria. Para citar un ejemplo real y actual, puedo contar mi experiencia en una materia de Producción, en la que todas las clases nos hablaban de las distintas prácticas que se le realizan a los bovinos, sus características, etc… Y al llevarnos la última clase antes de rendir el examen parcial al campo y poder trabajar con los mismos, haciendo todas las cosas que nos habían contado y que estaban en la guía, viendo el por qué y el cómo de todo, resultó muchísimo más entendible y aplicable. Sobre todo para los que no teníamos ni idea de algunas cosas que en el campo son rutinarias. Por eso, a la hora de estudiarlas para el parcial, las podía visualizar y comprender mucho mejor que si no hubiera realizado el viaje.

  • Para terminar, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Conseguir el mismo aprendizaje para todos los alumnos de los contenidos de la asignatura y que se puedan llevar “algo más” de sus docentes y sus prácticas docentes. Generando inquietudes y nuevos intereses para los jóvenes en formación.

* María Fernanda Sánchez es estudiante de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires, cursando actualmente el quinto año de la carrera.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Responsabilidad, vocación y (trans)formación continua. (Entrevista a Lisa Tarragona)


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 16 de Abril de 2013:


Más de una vez planteamos nuestro desacuerdo con el término “oficio” docente y con la necesidad de profesionalización de nuestras prácticas. A la hora de empezar a “definirnos”, Lisa retoma esta idea de “profesión” y la combina con ideas como “vocación”, “responsabilidad” y “aprendizaje constante”.
 

·Lisa, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?

·Lo primero que se me viene a la cabeza al pensar en la definición de “docente”, es una profesión de mucha responsabilidad y vocación, en la cual se aprende permanentemente a “ser docente”. Creo que implica saber escuchar, saber darse cuenta si nuestra labor la estamos haciendo bien, saber generar un buen trabajo de grupo, saber enseñar a aprender y no ser un simple transmisor del conocimiento.
 

·¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?

·Mi primer objetivo es generar un interés por la materia o el tema en cuestión. Esto me resulta más difícil cuando trabajo con grupos muy numerosos; creo que el trabajo en grupos pequeños favorece la interacción entre los estudiantes y el docente generando mayor entusiasmo y participación, facilitando mucho el proceso de aprendizaje. Como objetivo general, pretendo poder brindarles las herramientas necesarias para el aprendizaje de la disciplina que enseño.
 

En la respuesta anterior, Lisa empieza a mostrar su interés por las herramientas de aprendizaje por sobre lo estrictamente disciplinar, cuestión que retoma al proponer actividades en las que sean l@s estudiantes “l@s que hacen”, como la resolución de situaciones problemáticas, de manera de lograr aprendizajes más significativos.
 

·¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?

·No creo que sea muy original, pero la implementación de videos para resolver actividades ha sido muy bien recibida como una propuesta diferente. Creo que cuando podemos acercar un concepto, un saber, a algo más real como por ejemplo una película de una situación real, el aprendizaje es más significativo, y más aún, cuando son los mismos estudiantes los que resuelven situaciones a partir de las imágenes.
 

Lisa deja en claro la importancia de utilizar estrategias diferentes, algo sobre lo que hemos profundizado varias veces en el Blog, y toma una posición acerca del uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, un tema que está siendo ampliamente discutido en los ámbitos educativos y que, como docentes preocupados por los aprendizajes de nuestr@s estudiantes, no podemos desconocer ni desestimar.
 

·Lisa, si pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica docente diaria, ¿qué cambiarías?

·Creo que los docentes debemos adaptarnos a los cambios, los estudiantes de hoy no son los de hace diez años atrás, tenemos que animarnos a implementar nuevas tecnologías y formas de trabajo. Considero que si bien es más fácil trabajar con grupos pequeños y en las condiciones ideales, en definitiva somos profesionales y debemos adaptarnos y poder implementar nuestra labor de la mejor forma que se adecue al grupo. Considero que a medida que aprendemos nuevas técnicas docentes debemos implementarlas y probarlas en nuestros grupos para poder lograr las mejores prácticas que resultan para ese grupo.
 

·Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?

·Yo les recomendaría “La formación de profesionales reflexivos” de Donald Schon.

Para terminar, Lisa nos recuerda el valor de la (trans)formación docente continua y la relevancia que ésta tiene en nuestras prácticas, así como el valor de que la (trans)formación, nuestra y de nuestr@s estudiantes, se dé en un marco de conciencia social y solidaridad mutua.
 

·Lisa, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?

·Formar profesionales responsables, respetuosos por la profesión y con la sociedad, solidarios y capaces de desenvolverse en su disciplina. Creo que todos los docentes deberían formarse para ejercer de la mejor forma su labor. Es claro que ciertos docentes tienen mejor llegada a los estudiantes, o tal vez son más claros, más didácticos, más entretenidos que otros; pero más allá de la personalidad del docente, la formación, como en cualquier otra profesión, es esencial.
 

* Lisa Tarragona es Veterinaria y Especialista en Docencia Universitaria y se desempaña como docente en las cátedras de Farmacología y Anestesiología en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA.


martes, 17 de marzo de 2015

Inventando el tiempo (de aprender).


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 9 de Abril de 2013:

Es común escuchar a l@s docentes quejarse de lo insuficiente que resulta el “tiempo de clase”. La gran mayoría asegura que “el tiempo no alcanza”. Si por algún motivo, “se agrega” un tema en alguna Unidad, aparecen frases como “No, en esa clase ya no entra más nada” o “ya era una clase para desdoblar en dos y encima ahora hay más para dar”. Si bien alguien podría preguntarse “¿Por qué el tiempo no alcanza?”, para nosotr@s la primera pregunta que debemos hacernos es “¿Para qué el tiempo no alcanza?

Claro que para decir o “dictar” (vieron que feo que suena la frase “horas dictadas”) todo el contenido teórico de un determinado tema, tres horas puede ser poco pero esa no es (o no debería ser) la idea que tenemos de una clase. Si fuera así, y a la velocidad que avanza la (mal llamada) “sociedad del conocimiento” y aumenta el “cuerpo de conocimientos” de cada disciplina, las horas de clase de las materias serían, año tras año, cada vez más insuficientes.

Sin embargo, es probable que docentes innovadores, con genuinas preocupaciones por los aprendizajes de nuestr@s estudiantes, que planificamos nuestras clases e intentamos salirnos de la “lógica de la explicación”, también (a veces) encontremos insuficiente el tiempo del que disponemos para determinados temas.

Para estos casos es interesante pensar (o recordar) que “las clases” no son (ni deberían ser) el único espacio de aprendizaje de la materia, o dicho de una manera más clara y menos obvia, no son (ni deberían ser) el único espacio planificable de aprendizaje de una materia.

¿Qué nos impide “sacar la clase” (en tiempo y espacio) fuera del aula?

Casi tod@s l@s docentes contamos con un programa (más o menos real) de la materia que nos tocó en suerte. Ese programa define algo así como “horas de clase” (en algunos casos desglosadas en horas teóricas, prácticas, de seminarios, etc…), ¿Alguien cree que su materia se aprende en esas (60, 70 ó 100) horas “de clase”? ¿Dónde incluyen esas (no) cuentas las horas de lectura, de resolución de cuestionarios, de estudio, de repaso? ¿Qué nos impide planificar actividades para proponerles a nuestr@s estudiantes que se realicen fuera del (acotado) horario de cursada?

Seguramente, esperemos que l@s estudiantes dediquen a nuestra materia más horas que las “horas de clase”. Entonces, si (parte de) nuestra tarea consiste en guiar y orientar (a través de las actividades que proponemos) el estudio por parte de nuestr@s estudiantes, ¿Por qué restringir esta tarea al tiempo y el espacio del aula?

La propuesta sería más o menos así: cuando creemos que el tiempo de una clase no alcanza o cuando queremos agregar (y probar) determinadas actividades en una clase en la que “el tiempo no sobra”, preguntémonos ¿Qué actividades de las que ya hay en esa clase pueden transformarse en actividades para hacer fuera del aula, en otro momento? Probablemente la respuesta sea “la mayoría”. De esta forma vamos a “ampliar” los tiempos de estudio, guiados y orientados, de nuestr@s estudiantes y vamos a poder incorporar a la clase varias de esas actividades que (casi) sólo pueden realizarse en (y con) la dinámica que se genera en un aula llena de estudiantes interactuando entre sí y con sus docentes, esa dinámica que permite la (trans)formación disciplinar, actitudinal, personal y colectiva.

Resumiendo, si bien no vamos a profundizar ahora en cuáles serían esas estrategias o actividades que podrían dar cuenta de esta propuesta, la idea es tan simple como extraordinaria: si no alcanza el tiempo, inventemos el tiempo.


lunes, 16 de marzo de 2015

Contadores de cuentos y un vínculo basado en la confianza. (Entrevista a Rocío Quílici)


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 9 de Abril de 2013:

Rompiendo algunos códigos o reglas de “la entrevista”, me permito cometer una infidencia al iniciar esta nota contando la enorme emoción que me causó la lectura del material que terminó dando como resultado esta publicación. Aunque necesaria para que la entrada no fuera interminable, no fue para nada sencilla su edición, ya que cada una de las respuestas de Rocío, cada una de sus frases, cada una de sus reflexiones representa un “compendio de pedagogía moderna” y son, sin duda, de gran valor para el análisis de nuestras prácticas.

En su primera reflexión, Rocío parece haberse adelantado a entradas del Blog que fueron posteriores a la realización de esta entrevista (pero publicadas previamente) y diferencia la “tarea docente” del “trabajo docente”, así como nos adelanta su posicionamiento utilizando palabras como “vocación”, “generosidad”, “carisma”, “ingenio”, “inclusión”, “juego”, “energía”, “alegría”, o “confianza”.

  • Rocío, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?
  • Ser docente es tener ganas de enseñar en cada diálogo, en cada explicación, es tener vocación, es ser generoso en las palabras, es tener carisma para transmitir los contenidos, es tener ingenio para aplicar la práctica y la lógica de la vida diaria hasta en los temas más abstractos. Ser docente, “DOCENTE” con cada una de sus letras en mayúsculas, no debe ser un trabajo de rutina, debe ser un trabajo que en cada nueva cursada, o en cada año escolar a comenzar debe renovarse, debe ser interactivo y participativo; y también inclusivo. Digo inclusivo luego de un punto y coma, ya que ser inclusivo me parece una de las partes más difíciles de la tarea del docente. Tuve la experiencia de participar de una cursada inclusiva donde treinta alumnos, todos, fueron estimulados a participar, incluso yo no soy de las que participan mucho, pero terminé participando como todos. El docente a cargo nos fue sumergiendo como en un juego y nos fue envolviendo en una seductora comodidad, una cálida confianza que nos empujó a participar, a dialogar con el docente, a tomar una tiza sin temor y escribir en el pizarrón. Y como frutilla de la torta de esa cursada, todo culminó con una clase a cargo de los alumnos divididos en grupos, que sin darnos cuenta jugamos a ser docentes. Entonces ser docente, es ser una persona capaz de enseñar y transmitir, pero no repitiendo o emitiendo una señal como una radio, sino con gestos, entusiasmo, energía, alegría… Ser docente no es tarea fácil, es decir ser un buen docente.

A la hora de compartir un episodio significativo, Rocío vuelve sobre tres cuestiones que parecen centrales: lo que ella misma denominó “inclusión”, la idea de “aprender a aprender” (y el aprender estrategias o herramientas) y lo que nosotr@s, en varias entradas anteriores, denominamos “motivación”.

  • ¿Podrías relatar un episodio significativo (por interesante, por triste, por alegre, por extraño, por formativo) de tu experiencia como estudiante?
  • Sí, puedo contar sobre la mejor cursada que tuve en mi carrera. Trata de un docente que no escatimó nada de nada, que nos dio la sensación que disfrutaba de estar con nosotros, una de esas personas que tiene carisma, que le pone entusiasmo a todo, que es alegre, contagioso (sí, contagioso). Fue hermoso ver cómo fuimos contagiándonos de él. Nunca jamás había concurrido a clase con tantas ganas, y no hablo por mí sola cuando cuento esta experiencia, fue un fenómeno grupal, todos estábamos cautivados con su forma de dar clase ¿Saben por qué todos? Porque este docente se esmeró por cada uno de nosotros, se tomó el trabajo de conocernos, se interesó, generó un ambiente de trabajo y de estudio excelente, sin darnos cuenta estábamos sumergidos en él y trabajando, y exponiendo, y participando, pasando al pizarrón, preguntando, él fue una invitación constante a aprender y a estudiar. Hoy veo que más que el contenido que estudiamos en esa clase, me llevo para mí: técnicas de estudio, formas de trabajar, aprendí a exponer lo que quiera, a estudiar de otra forma, y sobre todo aprendí que esas ganas son contagiosas, inspiradoras, y que cuando hay estímulo, se devuelve compromiso y dedicación.

A la hora de hablar de prácticas, herramientas y estrategias docentes, Rocío nos recuerda el valor de los ejemplos y las analogías como elementos facilitadores y estructurantes de los aprendizajes. También resalta el valor (trans)formativo de relacionar conceptos, de utilizar (el enorme poder de) la imaginación y cierra, en un acto de coherencia textual, con una analogía antológica: el docente como un contador de cuentos.

  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes actuales o pasados, resultan o resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Puedo recordar aprendizajes relacionados a herramientas de estudio sólo de mi tiempo universitario, más atrás no encuentro lamentablemente herramientas, sólo mecanismos de estudio. Pensando en las herramientas, una de las que pude aprender, tiene que ver con tratar de relacionar algo virtual o no tangible, con algo de la vida diaria, la voy a contar a continuación. Al estudiar anatomía animal, tratando de entender y memorizar las relaciones de cada pleura en la cavidad torácica, nos enredábamos tanto que no podíamos dar con una relación bien al estudiar. Nuestro docente a cargo, el Dr. Carlos Blanco, pudo observar que teníamos esta falta de entendimiento, no por falta de estudio sino por falta de imaginación. De todas formas no era cosa fácil entender lo que Sisson (autor del texto) traducido por un mexicano (según Blanco) nos quería decir desde caudal a craneal pasando por medial hacia lateral de una pleura visceral a una pleura parietal. Entonces recurrió a un ejemplo para que todos pudiéramos imaginar lo que no veíamos… Nos hizo pensar que teníamos un globo, uno de esos globos comunes de cumpleaños y que dentro de ese globo inflábamos otro… Entonces podíamos ahora simplemente ver lo que antes no podíamos imaginar. Cada lado del globo, el interior el visceral y el exterior el parietal, ahora estaba en relación a algo que podíamos ver. Y así, con algo tan simple como un globo de cumpleaños, nos llegó el entendimiento. El mismo docente, con un tema parecido, nos hizo imaginarnos que caminábamos dentro de una cavidad abdominal a los fines de poder transitar entre los órganos de ésta, para poder visualizar como estaban ubicados allí. Un docente con alma de enseñar a estudiar y a entender no conoce límites para contar cuentos que nos ayuden a aprender.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Yo les recomendaría “Ágilmente” de Estanislao Bachrach. Sin duda un ejemplo de la enseñanza aplicada a todo.

En su última respuesta Rocío destaca la importancia del ambiente en el que aprendemos y de los vínculos que se generan entre docentes y estudiantes, critica la figura del “maestro explicador” y vuelve a poner el acento en el valor central de la confianza y en el aprendizaje de contenidos no necesariamente conceptuales.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Cada vez que comienzo una cursada, mis expectativas son varias. Con respecto a los objetivos, pretendo tener una cursada cómoda, pero no hablo de confort, sino que hablo del ambiente de esa cursada. Me refiero a un ambiente de participación, de reflexión, donde el docente se esmera para que el alumno se lleve consigo de esa clase algún concepto esencial. Espero en cada cursada un vínculo con el docente, una complicidad que me haga sentir la confianza de preguntar, de no temer un reto luego de una pregunta. Espero aprender a trabajar la materia que esté cursando, porque no se trata de que el docente me explique todo, sino de que me enseñe las herramientas para estudiar y aprender esa materia.

* Rocío Quílici (Facebook.com/rocio.quilici) es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, trabaja cuarenta horas semanales y no come azúcar porque es diabética. Tiene novio hace diez años, dos gatos y una perra. Además tiene una vida… chiquitita pero la tiene. Futuros títulos: Esposa, Mamá y Veterinaria.