martes, 24 de noviembre de 2015

La (in)utilidad del sistema escolar de calificaciones. Por Guido Verde *


En la actualidad, se utiliza un sistema de calificación por nota, que consiste en que los alumnos sean evaluados luego de ser brindados los contenidos, para determinar cuánto aprendieron sobre un tema específico. A pesar de que este sistema es el que menos trabajo implica para que un profesor o docente pueda determinar si un alumno aprendió o no, sinceramente creo que está errado. Lo único que muestra es la capacidad de un alumno para retener datos en un momento determinado, lo cual no siempre implica que haya aprendido los contenidos, sino que a veces puede  haberlos estudiado sólamente de memoria, lo cual no brinda la capacidad de un razonamiento propio apoyado en la teoría explicada por el profesor en clase, sino que el sistema incita a que el profesor razone por el alumno, y que este sólo estudie contenidos memoristicamente, muchas veces sin haberlos entendido, con el simple objetivo de aprobar las notas y no llevarse una materia.

Pienso que en una evaluación, ya sea oral o escrita, uno no demuestra siempre lo que sabe, sino que solamente le hace saber al profesor que leyó su material, pero que no implica el resultado de un razonamiento lógico de los contenidos dados en clase, sino que sólo demuestra que el alumno se puso a leer y memorizar estos datos previo a la prueba, y que muchas veces sólo se almacenan a corto plazo en el cerebro del estudiante, siendo olvidados luego por el mismo.  

Además, una materia no debe ser evaluada en un solo día, ya que hay muchos factores negativos que pueden incidir que en esa evaluación al alumno no le vaya bien, por ejemplo, falta de tiempo de estudios, cuestiones familiares, exceso de contenidos explicados  o que justo el tema que fue evaluado no era el más sabido por el estudiante. Mi idea de un buen profesor es aquel que no sólo determine el rendimiento de un alumno según sus notas,  sino que tenga un concepto de la evolución del alumno conforme van pasando las clases, y que pueda comprender la situación particular de cada uno, por ejemplo viendo cómo se desempeña en clase, si cumple con las actividades, si se ve un compromiso que él tiene con la materia.

Veo que muchas veces los profesores toman a los alumnos como si todos tuvieran los mismos tiempos y habilidades al aplicar el sistema convencional de calificaciones, cuando en realidad cada alumno tiene su método de aprendizaje y su facilidad/dificultad con los contenidos explicados en clase, por ejemplo a un alumno le puede ir bien en matemática pero no en biología, pero a otro alumno que le va mal en matemática sí le va bien en biología.

Mi opinión es que este sistema de calificaciones intenta que todos los alumnos sean formados de la misma manera, impidiendo una libre expresión y libre aprendizaje por parte de cada uno de los estudiantes, que es en realidad el objetivo de la escuela y de la educación en sí. Esto muchas veces lleva a la frustración de aquel alumno/a, que por serle más difícil estudiar los contenidos y aprobar los exámenes que a sus compañeros, se siente inferior a estos, debido a la comparación de sus notas, cuando en realidad puede tener otras facilidades que sus compañeros no tengan.

Por estas razones, creo que un buen profesor no debe tratar a su clase como si fuera homogénea, cuando en realidad cada alumno y alumna tiene sus propias habilidades. Esto se lograría, por ejemplo, permitiendo que cada alumno realice un resumen, ya sea escrito u oral, sobre lo que entendió acerca un concepto determinado, y que al final de cada año pueda hacer una autoevaluación de cómo cree que le fue durante todo el camino transitado en la materia.
 

* Guido Verde es estudiante (está cursando cuarto año) en la Escuela Agropecuaria de la UBA y tiene 17 años. Le encanta estar con sus compañeros y pasar tiempo con ellos, jugar al fútbol, y en sus ratos libres ver películas y series. Es hincha de Boca Juniors y es un gran apasionado de la tecnología moderna.

martes, 17 de noviembre de 2015

Un compañero (más) apasionado y muy comprometido. (Entrevista a Joaquín Suarez)


Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Joaquín Suarez *.
 
En su primera reflexión, Joaquín empieza a definir el rol docente a partir del tipo de relación que el docente entabla con l@s estudiantes y de su capacidad de escucha, de respeto por sus tiempos y de su compromiso con la materia.
 
·      Joaquín, ¿Qué es para vos “ser docente”?
·      Creo que ser docente va más allá de explicar los contenidos de una materia. Es más, un buen docente es aquel que se compromete con la materia, realiza actividades que “enganchen” al estudiante, dé varias alternativas de notas, respete los tiempos de los alumnos y valore sus opiniones. Un buen docente creo que debe poder entablar una conversación con su alumno y que se convierta en un “compañero más”. Al haber más confianza, aunque la materia sea aburrida, da más ganas de estudiar, de comprender el tema y de devolverle ese gesto al docente. Es decir, si el profesor se compromete a hacer más interactivas las clases y más divertidas todas las actividades, los alumnos le devolverán con compromiso y estudio la propuesta.
A la hora de pensar en las características de l@s docentes que facilitan los aprendizajes de l@s estudiantes, Joaquín vuelve sobre la relevancia que tienen las propuestas que l@s docentes les hacemos a l@s estudiantes y nos invita a pensar actividades diferentes a las clases típicas para ayudar a l@s estudiantes a atraparse e interesarse por los contenidos que están aprendiendo.
 
·      ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
·      Bueno, esta respuesta puede ampliar la respuesta anterior. Un docente debe ser capaz de explicar un tema, llegarle al alumno, demostrar pasión en lo que explica y lograr que comprendamos que es interesante que entendamos el contenido de la materia. No todo debe ser clase, clase y clase. Algunas veces pueden realizarse actividades diferentes, ir al campo aprovechando lo grande que es la escuela, hacerse debates, contar vivencias personales que nos atrapen.
·      Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
·      Una excelente película es “Los Coristas”. Se desarrolla la historia de un conjunto de alumnos huérfanos conflictivos, a los cuales nadie quiere enseñarles nada ya que solo les interesa perder el tiempo. Hasta que llega un profesor de coro interesado por despertar entusiasmo en los jóvenes, los cuales terminan adorándolo; al punto tal que uno de ellos se va a vivir con él. Muchos docentes podrían aprender de ese hombre, y generar una motivación en el estudiante para que tenga mayor compromiso por la materia.
Cerrando la entrevista, Joaquín nos recuerda que l@s estudiantes preferirían seguir de vacaciones en lugar de volver a la Escuela pero nos invita a pensar en una posible causa de ello: las calificaciones y las implicancias que estas tienen así como el hecho de que calificar (y priorizar las calificaciones por sobre todo) atentan contra los que él considera los objetivos que debería tener la Educación.
·      Para terminar, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
·      Es cierto que lo que menos queremos los alumnos es que terminen las vacaciones y que comiencen las clases. Pero la causa fundamental de eso radica en las notas, en los nervios por el aprobar o desaprobar permanente. Bajo estos términos uno no puede disfrutar plenamente de las áreas que está estudiando. Si no existieran las notas (lo cual es complicado), sería mucho más interesante; ya que la educación, creo yo, debe tener objetivos tales como: brindar nuevos conocimientos sobre las materias, formar mejores personas, generar interés en diversos temas, abordar cuestiones del mundo real en el que vivimos; por ejemplo, hacer referencia a temas de actualidad para movilizar ese entusiasmo en el estudiante, generar grupos unidos, aprender a trabajar individualmente y en equipo y conocer diferentes metodologías de estudio.
 
* Joaquín Suarez (@ElManijaVillero) es alumno de la Escuela Agropecuaria de la Capital Federalcursando cuarto año. Ingresó al colegio por su interés en el campo de la biología. Le apasiona todo lo que siente que no puede llegar a lograr. Realiza hockey sobre patines en el Club Comunicaciones, aunque su verdadera pasión es jugar al fútbol. Otra actividad que realiza es tocar el piano, que estudia en un conservatorio desde los 5 años.

martes, 10 de noviembre de 2015

La diferencia entre un “profesor bueno” y un “buen profesor”. (Entrevista a Matías Heredia)


Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Matías Heredia *.
 

En sus primeras reflexiones, Mati empieza a caracterizar el rol docente y pone especial interés en la cuestión de la Educación en valores. También diferencia entre un “profesor bueno” y un “buen profesor” y reflexiona sobre la diferencia de aprobar a l@s estudiantes para ganarse su simpatía y ayudarl@s en su (trans)formación para que aprendan y aprueben.

·               Mati, ¿Qué es para vos “ser docente”?
·              Ser docente, no solo es tener mucho conocimiento o saber de un tema específico, sino que también es saber transmitirlo, saber acompañar al alumno, cubrir sus necesidades educativas, ayudarlo a progresar y comprender muchos conceptos nuevos para él y lo más importante transmitirle valores desde su enseñanza que son las cosas que duraran en su cabeza ya que la información va y viene.

·               ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes?
·               La principal me parece es ser “buena onda” pero no en el sentido de que te apruebe y listo o que no mande tarea. Buena onda refiriéndome a explicar con el fin de enseñar y transmitir conocimientos con el fin de que los alumnos entiendan y sigan la clase haciéndola así más llevadera e incluso entretenida. La segunda y también importante es transmitir valores, porque son los que quedan en cada persona y no es información que vas a un libro y lo lees, va más allá de eso, son cosas que aprendes y te sirven en la vida para ser mejor persona y superarte. También el hecho de no ser un profesor bueno sino un buen profesor que te remarque los errores, que te critique, siempre de buena manera, las cosas en que te equivocas porque con los errores uno aprende y mucho más que haciendo las cosas “siempre” bien. Lo malo o poco beneficioso para la relación docente/alumno es que debido a como se evalúa un profesor es bueno o no si te aprueba y listo, aprender en muchos de estos casos queda de lado, cosa que también afecta al aprendizaje


A la hora de pensar en los objetivos y las expectativas que tiene al comenzar una cursada, Mati recalca lo importante que es disfrutar las clases, no padecerlas, aprender nuevos conocimientos y lograr que ese aprendizaje nos sea placentero porque cuando un@ se divierte y disfruta el momento y es espacio de aprendizaje, se aprende más y mejor.

·               ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
·               Creo que lo principal es disfrutar el tiempo y no padecerlo ya que cuando uno disfruta las cosas, le presta más atención y las disfruta más. Además de eso está el aprender nuevos conocimientos, conocer nuevas personas (tanto profesores como compañeros) y la expectativa siempre es que la materia más allá de los conceptos que aprendas te termine gustando y le saques el mayor provecho posible para el aprendizaje.

·               Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
·               “El Club de los Poetas Muertos”, ya que es una película en donde hay mucha interacción entre el nuevo docente y los alumnos para que estos últimos logren cumplir sus sueños. Además de ser lo opuesto a las estrictas reglas académicas de ese centro escolar.


Cerrando la entrevista, Mati nos invita a reflexionar sobre la posibilidad de sacar las clases afuera de aula, de pensar actividades que motiven a l@s estudiantes, de proponer alternativas para que elijan (democratizando la toma de decisiones sobre lo que hacemos en las clases), de aprender de (y con) l@s estudiantes y nos cuenta una experiencia personal que le resultó significativa, en tanto colaboró con su (trans)formación más allá de lo disciplinar.
 
·               Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar el compromiso, la motivación y la participación tuya y de tus compañer@s, ¿qué propondrías y por qué?
·               Propondría que no todas las clases sean en las aulas, aunque está limitando esto el número de estudiantes, pero me parece una buena idea para cambiar de ámbito porque quizá es una clase más entretenida, más dinámica, con mayor experimentación y puesta en común. Además que las actividades no sean impuestas SIEMPRE sino a veces proponer que le gustaría más al curso, en síntesis en mi opinión el compromiso, la motivación y la participación aumentan muchísimo cuando se establece una relación alumno/docente donde los dos aprenden del otro y cumplen su función (el alumno aprender y el docente enseñar) complementándose y obteniendo así un beneficio mutuo.

·               ¿Podrías relatar un episodio significativo de tu experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente en particular?
·               El segundo día de 4to año tuve mi primera clase de bioquímica. Las primeras clases nunca eran muy divertidas para mí porque había que presentarse, cosa que me cuesta siempre por ser tartamudo. Pero esa clase además de presentarnos, tuvimos que hacer una actividad que me voy a acordar siempre y fue escribir en un papel (sin mostrarle a nadie) lo que cada uno pensaba de cómo los demás lo veían. En ese momento creo que complete todo el papel con boludeses que yo tenía en mi cabeza que según yo “pensaban de mi”. Cuando terminamos el profesor hizo referencia a Sartre en su libro “El existencialismo es un humanismo” que hacía referencia a que nadie nos ve como nos imaginamos y por eso, nos pidió que rompamos ese papel y lo tiremos a la basura. Desde eso momento aprendí un gran valor y fue no ser prejuicioso conmigo mismo sino solamente aceptar a la gente que me acepte como soy.

 
* Matías Heredia (@MatiiHere) es estudiante en la Escuela Agropecuaria de la FCV de la UBA. Tiene 17 años. Es muy hincha de Racing. Le gusta viajar, jugar al fútbol y conocer personas.

martes, 3 de noviembre de 2015

La Mediocracia Educativa (Parte 1) Enseñar a aprobar. Por Sergio Morado *


Este artículo pretende ser el comienzo de una trilogía que irá siendo publicada en este espacio en forma periódica. La misma estará enfocada en algunas de las problemáticas que rigen, casi en forma inconsciente para sus actores, al sistema educativo y a nuestra práctica diaria, procurando a su vez considerar posibles alternativas en la forma de pensar nuestro rol como docentes.

En este primer artículo el propósito es reflexionar sobre una de las frases hechas que es habitual escuchar, en un tono intermedio entre el reproche y la resignación, en reuniones formales e informales de docentes. La frase “los alumnos (sólo) quieren aprobar”, que supone en principio una obviedad, esconde una de las tantas paradojas que subyacen nuestra práctica educativa. Si bien se suele pensar que el objetivo de la educación, y por ende de los educadores, es estimular el crecimiento y desarrollo continuo de los individuos tanto en aspectos personales como profesionales, la realidad es que el sistema educativo actual sigue, al menos en la práctica, muy lejos de esas aspiraciones.

A lo largo de toda la etapa formativa escolar y posteriormente en la universidad, se brinda instrucción a los estudiantes para responder a un proceso de evaluación en el cual la nota representa no sólo cuántos conocimientos adquirieron sobre las asignaturas impartidas, sino también un parámetro de cuán “exitosos” son en relación a sus compañeros. Sumado a esto, no pueden soslayarse cuestiones ajenas, o no tanto, al proceso educativo, como las presiones que pueden provenir de otros actores de una sociedad que sigue considerando el resultado numérico de un examen como una herramienta irrevocable de valoración. Esta situación, que de por sí es perversa, se alimenta por el hecho de que somos justamente los exponentes más “brillantes” del sistema, es decir aquellos que por diferentes circunstancias pudimos obtener mejores notas, los que continuamos formando parte del mismo. Se genera así un círculo vicioso en el cual los propios docentes a cargo de guiar la formación de los nuevos estudiantes son también producto de un arcaico sistema educativo y lo reproducen, en muchos casos, con ciega convicción.

Todos aquellos que hemos habitado las aulas de las instituciones educativas, escuchamos casi una infinidad de veces a docentes que con la mejor de las intenciones pronuncian frases como “es importante que estudien este tema porque se toma” o “no profundicen en ese otro tema porque no se lo van a tomar”. Las frases mismas sugieren la consideración del examen como instancia definitiva de acreditación del aprendizaje. De esta manera, el objetivo de la experiencia educativa pasa a ser acceder a los conocimientos necesarios en un tiempo suficiente para aprobar el examen, en lugar de procurar la enseñanza de determinadas competencias y contenidos significativos para el desarrollo personal y profesional posterior. Se genera así una nueva paradoja en la cual, esos docentes que sin duda consideran que están siendo de gran ayuda a sus estudiantes, están retroalimentando una situación que a su propio criterio es problemática.

Teniendo en cuenta este panorama, no es tan difícil comprender por qué los estudiantes consideran la aprobación como máximo logro. Las preguntas que surgen, entonces, son ¿cuánto tiempo e importancia dedicamos a cuestiones que excedan a lo que puede ser evaluado?, ¿qué criterios usamos para evaluar?, ¿estamos evaluando lo que los estudiantes deberían aprender o enseñando sólo los contenidos que vamos a evaluar? y, ya que se considera que los estudiantes sólo persiguen un fin, ¿por qué no utilizar herramientas de evaluación que conjuguen de manera más eficiente el aprobar con el aprender? No es el objetivo de este ensayo proponer pautas de evaluación sino fomentar la reflexión acerca de las mismas, de forma tal que comencemos a reprochar menos a los estudiantes y a trabajar más para modificar la ineficiencia que observamos en un sistema del cual formamos parte.

En mi opinión, es nuestra responsabilidad como docentes tener en claro que el objetivo final de cada instancia educativa es colaborar en la formación de los individuos y seguir formándonos a la vez nosotros a través de la experiencia compartida. Proponernos cambiar a corto plazo el peso que la sociedad y el sistema educativo como un todo otorga a la aprobación de la instancia de evaluación es quizá demasiado ambicioso. Sin embargo, podemos comenzar a encarar nuestra propia práctica de forma tal que se respeten los tiempos necesarios para el desarrollo de las habilidades de cada estudiante y que los procesos de evaluación dejen de ser una mera certificación de contenidos y se conviertan en un componente más de un proceso continuo de aprendizaje y formación.

 
* Sergio Morado (@SergioMorado1) es docente/investigador en la cátedra de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Es un ferviente apasionado de la música y la literatura, y un gran admirador del Emperador Napoleón.