lunes, 4 de julio de 2016

¿Cómo aprende Daniela? Dar el máximo con responsabilidad, voluntad y perseverancia. El esfuerzo propio y de Otros.


En esta primera parte de este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 6 de Octubre de 2015:


En este 2015 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.

Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.

Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.

Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Daniela Pinchetti *.

 
Para empezar, Daniela nos cuenta su “técnica” para aprender que incluye tres etapas muy claramente definidas, nos habla de la relevancia de “poder contarle las cosas a otro” y de la importancia de poder relacionar los nuevos aprendizajes con conocimientos previos o con otros temas: “el aprendizaje de los contenidos en la escuela y/o en la universidad en mi opinión tiene tres etapas. Primero, el docente ofrece el tema a aprender, te acerca al conocimiento, te marca los puntos que considera más importantes e intenta que uno comprenda los distintos conceptos claves. Segundo, el alumno debe enfrentarse a los apuntes y a los libros, leer, relacionar e intentar comprender por sí mismo. En este punto, debemos seleccionar lo que nos parezca más importante. Personalmente, suelo realizar resúmenes, cuadros, esquemas que me permitan ir fijando los nuevos conocimientos y tener el material organizado para poder luego estudiarlo. Y tercero, debemos sentarnos con los apuntes, notas y libros a interiorizar los contenidos, memorizar aquellas palabras claves y terminar de entender los temas. Considero que se alcanza el máximo aprendizaje cuando se es capaz de contarle a otro aquello aprendido y que el otro lo entienda. Además, debemos ser capaces de relacionar los temas y si es posible conectarlos con conocimientos previos”. Cuando reflexiona sobre sus aprendizajes “no académicas”, Daniela reivindica dos cuestiones, que son la figura de un “Otro” (que guía, orienta, impulsa, apoya, colabora, incentiva,  ayuda y “en algún punto hasta obliga”) y la idea de la voluntad, el esfuerzo y la perseverancia como características indispensables para aprender: “andar en bicicleta, atarme los cordones, jugar al tenis, manejar, nadar, tocar la guitarra son todas cosas que aprendí tanto por mi propio esfuerzo como el de otros, como mis papás. Ellos me impulsaron a aprender, me hicieron practicar, quizás en algún punto hasta me obligaron a animarme a hacer cosas. Por ejemplo, odiaba que me enseñaran a nadar pero a pesar de mis lágrimas de cocodrilo me insistieron y lograron que ahora sepa nadar. O cuando me regalaron mi primera bicicleta y de a poco me fueron aflojando las rueditas hasta que un día pude sin ellas.  Es bueno escuchar a aquellos que ‘saben’ de los temas, prestarle atención a los consejos, tener la mente abierta para aprender otra forma de hacer las cosas y aceptar a quienes las hagan distinto.  Me gustaría destacar de estos aprendizajes que todos requirieron un esfuerzo, perseverancia, voluntad de aprenderlos y sobre todo repetición hasta el hartazgo. Además, personas que con amor impulsan, apoyan, colaboran e incentivan”.

Daniela vuelve sobre estas dos cuestiones cuando compara aprendizajes “académicos” y “no académicos” y en ambos destaca la figura de “Otros” así como el esfuerzo, la perseverancia, la responsabilidad, la voluntad y la capacidad para organizarse: “todas las cosas para aprenderlas requieren de esfuerzo, perseverancia, responsabilidad, voluntad y de organizarse para tener tiempo para repetir ya sea algo manual/mecánico como un concepto que se quiere memorizar o ejercicios que practicar. Creo que tanto un docente que acompañe el aprendizaje facilitando el abordaje de los temas, como padres, hermanos, amigos, familiares que apoyen, estimulen y faciliten el aprendizaje de lo no académico son muy importantes. Hasta en ciertos casos esenciales. Sostengo que hay ciertos conocimientos que solo se pueden pasar de persona a persona y hay otros que la única manera de interiorizarlos es sentándonos con un libro a leer, entender y memorizar. Además, considero que no hay conocimiento que este demás y que todos tenemos que luchar por alcanzar aquellos objetivos que con criterio (porque sabemos que los podemos lograr) nos propusimos”.

Finalmente, Daniela nos deja una interesante reflexión (que le generó la propuesta de escribir este texto) para seguir (re)pensado(nos) y repensando nuestras prácticas de enseñanza y de aprendizaje: “al escribir sobre cómo aprendemos recordé aquellas instancias de aprendizaje que tuve en mi vida, ya sea, aquellas de conocimientos no académicos como académicos. Recordar a aquellos profesores que hicieron grandes esfuerzos por enseñarme, a mis padres que también lo hicieron con esfuerzo y dedicación. Además de recordar todos los días que he estudiado, con esfuerzo y perseverancia hasta alcanzar mis objetivos. Siempre intentando superarme a mí misma y alcanzar aquellos objetivos que puedo alcanzar. Estos pueden ser mayores o menores a los de otros estudiantes; lo importante, es dar el máximo que uno pueda dar. Creo que una posible respuesta a como aprendemos es que lo hacemos tras horas de observar, escuchar, leer, practicar, memorizar y que esto se logra cuando uno realmente lo quiere y se lo propone”.
 

* Daniela Pinchetti (@danipinchetti) es estudiante de Veterinaria de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. Además es alumna concurrente de la cátedra de Química Biológica y adiestradora canina.


 
 

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