martes, 19 de septiembre de 2017

¿Cómo aprende Silvina? Involucrarnos, perseverantemente, con todo lo que gira alrededor de lo que estamos aprendiendo.



Desde 2014 el Blog viene publicando textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”. Como dijimos en varias entradas anteriores pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.

Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender los contenidos (disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.

Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Silvina Niedzwiecki *.


Cuando Sil reflexiona sobre cómo aprende contenidos académicos diferencia, como ya lo hicieran vari@s entrevistados anteriores, entre los contenidos más “teóricos” y los más “prácticos”, y destaca el rol del docente como una guía para la lectura del libro que “a veces se va por las ramas”: “En mi experiencia, tomo dos caminos distintos con respecto a los contenidos ‘teóricos’ y los contenidos ‘prácticos’. Siento que tengo más facilidad para los ‘prácticos’. Por eso, en este camino facultativo, al momento de elegir materias para la cursada intento intercalar, de ser posible, alguna ‘práctica’ con algunas ‘teóricas’. En las prácticas trato de realizar todos los ejercicios que me propongan, no veo otra forma de incorporar conceptos “matemáticos” que haciendo una y otra vez ejercicios y ejercicios. Una vez terminado de estudiar todos los ejercicios, recién ahí agarro parciales anteriores y me pongo a practicar. Con respecto a las materias teóricas, tengo varias técnicas, según los tiempos y la dinámica de la misma. En las clases, tomo apuntes y luego a partir de eso voy a los libros para poder guiarme. A veces, los libros se van por las ramas y es difícil saber hasta dónde abarcar. En esos momentos, consulto con los profes para que me puedan encaminar o alguna amiga que ya haya cursado para así saber dónde frenar (con el fin de economizar los tiempos)”. Sil destaca el rol que juegan los resúmenes y el hecho de exponer oralmente los temas que se están aprendiendo “como si estuviera dando una clase”: “Después de leer libros y resumirlos, hago resúmenes en la compu porque me cuesta mucho estudiar directamente de los libros. Todo lleva a que vaya teniendo en la cabeza los contenidos principales. Cuando se acerca el momento de rendir, me pongo a estudiar ‘más profundamente’. En esta ‘etapa’ suelo utilizar mucho una pizarra y hablar en voz alta, haciendo que le doy clase a alguien. Siempre me sirvió. Lo que implementé ahora es agarrar a alguien familia o amigos y pedirles que me escuchen. Esto me sirve para empezar a perder la vergüenza de los orales”

En las palabras anteriores se advierte el valor que tienen para Sil la realización de resúmenes y la exposición oral como facilitadores de los procesos de asimilación y consolidación de los contenidos que se están aprendiendo. ¿Cuántas de nuestras propuestas didácticas o de las actividades que (habitualmente) les proponemos a nuestr@s estudiantes involucran la utilización de éstas u otras herramientas facilitadoras de los aprendizajes?
 
Cuando piensa en aprendizajes no académicos ni escolares, Sil le otorga un valor central a la repetición y al perfeccionamiento basado en la corrección de errores y en la perseverancia, que culminan con la realización “natural” (sin pensar) de una acción aprendida: “Muchas cosas las aprendí con prueba y error pero siempre con perseverancia. Es decir, un día fui a jugar al hockey sobre patines, no sabía hacer ninguna de las dos cosas pero dije bueno tan difícil no puede ser. Me dijeron tenés que hacer esto y esto. La información la procese bárbaro, ahora que mis piernas coordinaran lo que mi cerebro le pedía era medio complejo. Me acuerdo cuando tenía que aprender a patinar para atrás, ‘tenés que hacer un ocho’ me decían. Yo me paraba en el medio de la cancha y mandaba la señal pero me quedaba dura ahí parada. Hasta que de a poco empezó a salir, cada vez un poquito más rápido y hasta un momento ya lo hacía sin pensar. Lo mismo me paso cuando tenía que frenar de golpe. Al principio, frenaba con el alambrado de la cancha, después empecé a hacer el movimiento con el cual debía frenar, hasta que un día salió y no me golpeé más con nada”.
 
A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “académicos” y “no académicos”, lejos de ubicarlos en veredas diferentes, Sil los aúna en la importancia de la perseverancia y del esfuerzo que se pone para aprender tanto unos como otros: “Con respecto a las formas de aprender creo que lo primordial que hay en ambos tipos de aprendizajes es la perseverancia. Tanto en el deporte como en la facultad si no sos perseverante te pasa todo por arriba. Quizás, las técnicas pueden ser distintas, pero por ejemplo como dije con los ejercicios prácticos y el deporte es casi lo mismo. Es hacerlo una y otra vez hasta que el “concepto” esté incorporado y después sale solo. Sin darte cuenta estás haciendo lo que primero te frenabas a pensarlo, con el tiempo lo aplicas directamente. Una diferencia que podría rescatar es que no me pongo a repetir en voz alta como patinar como lo hacía con algún concepto académico. Pero seguramente, a la hora de cocinar un bizcochuelo, por ejemplo, al principio podes leer la receta y después de 4 ó 5 bizcochuelos que hiciste ya no tenés que volver a leerla”.

Finalmente, Sil nos deja una reflexión interesante que sigue en la línea de no separar los aprendizajes “académicos” de los “no académicos” y que agrega algo fundamental a la perseverancia y a la repetición, como es la manera en que nos vinculamos con aquello que estamos aprendiendo y, sobre todo, con esos “Otros” con los que (necesariamente) aprendemos: “Realmente a veces uno separa lo que es la facultad o colegio donde ‘se estudia’ de lo que uno hace en su vida donde ‘no se estudia’. Parecería ser que sentarse a estudiar un libro es más complejo que cocinar o hacer un deporte. Pero al final en ambos uno termina incorporando procesos, conocimientos, formas de hacer cosas. Aprendemos todo el tiempo, no solo significa aprender leyendo o haciendo. Creo que aprender nos lleva a involucrarnos con todo lo que gira alrededor lo que estamos ‘aprendiendo’. Aprender a relacionarse con otras personas, aprender a escuchar, aprender a ser respetuosos por el otro y conocer que no solo existe el ‘mundo’ que vive uno. Que hay otras realidades y que no todos actúan ni aprenden en los mismos tiempos ni de las mismas formas que uno mismo”.

* Silvina Niedzwiecki (@niedzsilvina) es estudiante de veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, le gusta pintar para desconectarse de todo. Tiene una familia real de perros en su casa (9 en total). Es hincha de Huracán y le encanta ir a la cancha. Futuros títulos: Veterinaria.

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