martes, 31 de octubre de 2017

La mediocracia educativa (Parte 3) La ficción de la Planificación Por Sergio Morado *



         Las secciones anteriores de esta trilogía (Primera Parte y Segunda Parte) estuvieron basadas principalmente en analizar críticamente lo que ocurre en gran parte de las aulas del sistema educativo del estilo más tradicional. Esta última parte intenta reflexionar sobre uno de los puntos de convergencia de las dos formas contrastantes de pensar y entender la docencia. Si bien difieren en los objetivos y en la mayoría de los recursos didácticos y pedagógicos que emplean, los docentes más tradicionalistas y los innovadores coinciden en la importancia de la planificación de sus clases.

         Es común observar en los docentes más conservadores, al menos en aquellos que encaran su rol con objetivos concretos, clases que consisten en un camino claramente demarcado y prácticamente inflexible. A lo largo de ese camino ellos guían y los estudiantes “siguen” sin alejarse, aparentemente, del recorrido propuesto. El espacio concedido a la libertad de reflexión sobre lo que se estudia en esa ruta es habitualmente limitado o reducido a un momento particular. En ese contexto, la planificación de la clase consiste en un tiempo prudencial ocupado por la voz del docente acompañada con los recursos didácticos elaborados por él mismo y un mínimo tiempo en el cual el estudiante puede resolver algunos problemas intentado aproximarse lo más posible a lo escuchado previamente, sin salirse en ningún momento del camino. Los problemas, a su vez, suelen estar planteados para que las conclusiones y reflexiones de los estudiantes no sean otras que las expresadas por el docente durante su desarrollo previo del tema del día.

         Los docentes más innovadores, por otro lado, procuran darle a sus estudiantes más libertad para que elaboren sus propios recursos didácticos, para que un mayor tiempo de la clase puedan discutir y reflexionar individualmente o en grupo y para que procuren integrar contenidos y luego exponerlos ellos mismos, escuchándose por ende un poco más su voz y menos la del docente. De cualquier forma, la clase no deja de tener una planificación y una estructura apenas más flexible que la del estilo tradicional. En algunos casos, incluso, el docente incurre en la práctica de desarrollar en el pizarrón lo que se hará durante la clase paso por paso con tiempos delimitados con precisión. El camino, entonces, si bien permite mayor posibilidad de discusión, no deja de ser propuesto y demarcado por el docente.

         De esta forma, con diferentes objetivos e intenciones, en ambos modelos el protagonista y líder es el docente. Es quien propone, quien marca el camino, quien guía y cede más o menos tiempo a los estudiantes para pensar o elaborar. Ninguno de los dos estilos plantea que sea el estudiante quien realmente decida qué camino seguir, escasamente le brinda la posibilidad de conocer la existencia de más de un camino y de escoger entre ellos. La planificación representa entonces una ficción en la cual lo que ocurre en el ámbito del aula es seguro, concreto y limitado en el tiempo. Esa ficción no permite que los estudiantes desarrollen las herramientas para enfrentar un mundo exterior cambiante e incierto en el cual gran parte de las decisiones que tomen y el o los caminos que construyan, así como los resultados que obtengan, serán su responsabilidad.

         La propuesta de este artículo, y de la trilogía en su totalidad, es intentar como docentes que la mayor parte de las decisiones sobre lo que sucede en el aula estén a cargo de los estudiantes. Sin duda es una tarea difícil ya que no estamos habituados a eso ni hemos tenido la preparación para llevarlo a cabo. La manera de aproximarnos a esa idea es dejar de elaborar planificaciones y estructuras tan rígidas y arriesgarnos a ir al aula dispuestos a que los estudiantes decidan qué y cómo se discutirá. Tenemos que dejar de lado la idea que la clase tiene contenidos y tiempos imprescindibles. Debemos animarnos a perder el control y enfrentar el temor a la incertidumbre. De esa forma el aula será más parecida al mundo real que a ese espacio ficticio en el cual todos, docentes y estudiantes, nos sentimos seguros.
        

* Sergio Morado (@SergioMorado1) es docente/investigador en la cátedra de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Es un ferviente apasionado de la música y la literatura, y un gran admirador del Emperador Napoleón.

martes, 24 de octubre de 2017

Un círculo sin fin hacia una sociedad de personas libres. (Entrevista a Inés Kasparas)



Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Inés Kasparas *.

En sus primeras reflexiones, Nechu nos invita a pensar el rol docente como el rol de alguien que se involucra, que acompaña, que transmite, que ayuda y que (fundamentalmente) inspira. En este sentido, espera que el docente sea simpático, accesible, paciente y tan apasionado que contagie su pasión.

  • Nechu, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mi “ser docente” es involucrarse con los estudiantes para hacerlos crecer de alguna manera, acompañándolos en el continuo descubrimiento de cosas nuevas. Es animarse a plantarse en una clase llena de individuos completamente distintos, y tomar el desafío de encontrar la manera de transmitir eficazmente el interés por algo. Es ayudar a cada alumno para que este logre conseguir las herramientas que quiere, necesita y merece. Es inspirar a los mismos para que se superen más allá de los contenidos de la materia.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Me voy a enfocar en las características personales del docente, ya que estoy convencida de que todos los docentes tienen una excelente formación como para haber llegado a ocupar ese puesto (aún más en una universidad como la UBA). Antes que nada, me resulta importantísima la simpatía del docente, que no sea “malo”. Cuando yo como alumna veo al docente como alguien intimidante y poco accesible, lo más seguro es que no me acerque al mismo para evacuar mis dudas e inquietudes. Es así como termino sin entender ciertas cosas, o me limito tan solo a lo que está en la bibliografía. Además, a esto se le suma que muchas veces cuando leo la bibliografía no entiendo bien del todo la manera en que se explica cierto tema, dejando así “baches” en el contenido de la materia. También es importante la paciencia y la empatía del docente, las cuales para mi van de la mano. Empatía para comprender que no todos tenemos los mismo ritmos y tiempos disponibles para estudiar, y paciencia para saber explicarnos una y ooootra vez de distintas maneras cuando no logramos entender algo. Por último, para mí lo más importante es que el docente sea un apasionado de la enseñanza. No sirve de mucho cuando una persona se para en frente de la clase con una infinidad de conocimientos sobre la materia sin saber cómo transmitírnosla a nosotros. En cambio, es muy distinto cuando sentimos que el docente a cargo esta tan interesado en que aprendamos como lo estamos nosotros. Es por esto que disfruto plenamente del docente que sabe explicar de distintas maneras hasta el hartazgo un tema cuando no lo entendemos, el que genera debates entre nosotros, el que nos hace cuestionar los contenidos de la materia y lo que él dice y el que nos incita a ver el mundo de otra forma a través de la aplicación de los conocimientos vistos en clase.

A la hora de relatar los objetivos que se pone cuando comienza una cursada, Nechu cuenta cómo se modificó esto a lo largo de su carrera, qué espera hoy cada vez que inicia una cursada y cómo influyen l@s docentes que “le tocan” en la manera en que desarrolla, con sus compañer@s, las estrategias para cumplir sus objetivos.

  • ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
  • Cuando empecé la carrera, mi primer objetivo era aprobar la cursada. Tal como el nombre “carrera” indica, nos queremos apurar para tratar de terminar lo antes posible, y más todavía cuando sabemos que nos quedan varios años por delante. Sin embargo, a medida que fui avanzando, empecé a tomar cada inicio de cursada como un desafío, como una oportunidad nueva para ponerme a prueba y superarme. Por momentos me siento como una nena de nuevo, que está jugando un juego muy difícil al que le querés ganar (aunque en realidad estoy como tratando de actualizarme a una versión de mí misma más nueva y piola). Y ni hablar de lo divertido que se vuelve cuando ese juego lo jugas en grupo, formando un equipo “en contra” de la materia a aprobar. Ahora, cuando empiezo una cursada, espero que al finalizar la misma yo haya crecido. Con crecer me refiero a renovar y ampliar mi percepción de la vida, descubriendo que ahora se nuevos conceptos que me hacen entender a su vez muchas otras cosas (básicamente, haber conseguido instalar la nueva actualización). A su vez, al rato de arrancar la cursada, nosotros los alumnos nos damos cuenta si el docente a cargo nos va a facilitar el aprendizaje o si nos lo va a complicar. Estos últimos son, en mi opinión, los que se nota que saben un montón, pero no logran encontrar una buena manera de transmitir todo ese conocimiento. Cuando nos toca este tipo de docente, no queda más opción que ponerle mucha más garra a la materia para aprobarla, y confiar en uno mismo y en la ayuda de los compañeros para lograr esto.

Cerrando la entrevista, Nechu vuelve sobre la importancia de la “actitud” del docente (y de la manera en que se vincula con sus estudiantes) y del trabajo en equipo, como una instancia de intercambio entre pares que no sólo mejora la relación entre l@s estudiantes sino que favorece enormemente los aprendizajes y sirve como una verdadera “red de contención”.

  • Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar el compromiso y la participación tuya y de tus compañer@s, ¿ qué propondrías y por qué?
  • Primero, como dije antes, reconsiderar la postura formal que toman algunos docentes. La relación docente/alumno debería ir en ambos sentidos, donde el docente logre adoptar una actitud receptiva para escuchar a su clase, y no tan solo esperar que la clase lo escuche a él.  Además, también a veces esta bueno (dependiendo de la materia), impulsar el trabajo en equipo y el intercambio de ideas entre compañeros. De esta manera se logra mejorar la relación entre los alumnos, fortaleciendo vínculos que pueden brindar muchísima riqueza dentro y fuera de la clase. En mi caso particular, Veterinaria es una carrera muuuuuuy larga y (aunque arranque hace poco) por momentos nos podemos sentir ahogados y desanimados entre tanto contenido académico. Cuando se tiene un grupo de estudio con compañeros (los cuales son potenciales amigos) las materias se vuelven menos abrumadoras, y todos nos sentimos más acompañados ya que empujamos para el mismo lado. Se termina armando una “red de seguridad” donde nos ayudamos entre todos para poder seguir adelante..

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • La educación debería ser la impulsora y disparadora de nuestra conciencia. Una conciencia que esté en continuo crecimiento cada día y consiente del infinito tamaño que puede alcanzar. La educación debe ser la base para poder ver el mundo en el que vivimos con perspectiva, y debe llevarnos hacia las herramientas necesarias para  poder solucionar los problemas del día a día. Más importante aún, la educación no debe adoctrinarnos, sino nutrir nuestras individualidades para impulsarnos a crecer como seres pensantes. A su vez, nosotros como seres pensantes sentiremos la responsabilidad en carne propia de garantizar que todo aquel que nos rodea (o no) reciba la educación que se merece. Es así como debería formarse un círculo sin fin que dé como resultado una sociedad de personas libres. Libertad de poder elegir a conciencia entre un espectro amplio o hasta infinito de posibilidades. La educación debe ser la herramienta que nos permita mirar adentro de uno mismo, para así luego poder hallar nuestra vocación y la forma de contribuir para que todos puedan tener las mismas posibilidades que tuvimos nosotros y llevar a cabo su propia introspección.

* Inés Kasparas (@nechuka) es egresada de una secundaria más que chiquita, es estudiante de Veterinaria en la Universidad de Buenos Aires. Acostumbrada a ser Nechu en vez de Ine, disfruta de mirar el día a día con humor, leer libros que sabe que seguramente no va a terminar, dibujar por épocas y lograr concretar viajes que imaginó previamente mientras iba juntando peso a peso.

martes, 17 de octubre de 2017

¿Cómo aprende Magui? Curiosidad, motivación y esfuerzo para aprender en diálogo con Otros.



Desde 2014 el Blog viene publicando textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”. Como dijimos en varias entradas anteriores pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.

Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender los contenidos (disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.

Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Magalí Farías *.


Cuando Magui reflexiona sobre cómo aprende contenidos académicos empieza por diferenciar tipos de contenidos, tipos de materias, tipos de aprendizaje: “en principio considero que cada materia tiene su forma de estudiarse y que no todos consideran útil la misma estrategia. Me resulta práctico para las materias que tienen mucho contenido para memorizar armar pequeños cuadros sinópticos con pocas letras (prescindiendo de las palabras) de manera tal que quedan como ‘a completar’ mentalmente. Por el contrario en las materias con mucho contenido ‘razonable’ me preocupa  entender las bases simples”. Magui rescata el valor que tiene el esfuerzo, menciona varias estrategias para estudiar (como los cuadros sinópticos o las reglas nemotécnicas) pero pone en duda que eso “sea aprender”: “si bien es cierto que tenemos algunas facilidades innatas que nos hacen más amena la tarea de incorporar nuevos conocimientos, para algunas debemos esforzarnos más. Así es que surgen diferentes maneras de intentar retener lo que la escuela o la facultad nos exige saber para una determinada fecha, o el contenido que se pretende evaluar. Y así nacen los cuadros sinópticos, cuadros comparativos, textos resaltados en mil colores, dibujos, pequeñas fichas, resúmenes  en pocas palabras o letras solamente, reglas nemotécnicas e inclusive solo leer, cerrar los ojos y repetir. Todas técnicas para convencernos de que es poco lo que hay que saber y podemos con ello. No me termino de convencer de que eso es definitivamente aprender”.
 
En las palabras anteriores se advierte el valor que tienen para Magui la variedad de estrategias y el uso que l@s estudiantes hacen de los resúmenes, las guías de estudio, los cuadros sinópticos, los dibujos o la repetición. ¿Cuántas de nuestras propuestas didácticas o de las actividades que (habitualmente) les proponemos a nuestr@s estudiantes involucran la utilización de éstas u otras herramientas facilitadoras de los aprendizajes? Y ya que estamos en “tono preguntón”, ¿Se dieron cuenta que en su relato (hasta acá) en ningún momento habla de l@s docentes (ni de las prácticas de enseñanza) cuando cuenta “cómo aprende”?

A la hora de pensar en otros tipos de aprendizajes, Magui sí empieza a incluir a “los Otros” (aunque todavía sin diferenciar el aprender “con” Otros del apender “de” Otros), cuestión que retomará después cuando profundice sobre los aprendizajes académicos: “en la cotidianeidad hay muchas cosas que aprender y así como aprendemos muchas cosas por nosotros mismos, de nuestras propias experiencias, es imprescindible resaltar el rol de las personas que nos acompañan. Tiendo mucho a aprender de otros, aprendí a andar en bicicleta, a jugar al futbol, a manejar ciertos programas de computación y hasta a hacer origami de mis hermanos. Aprendí a cocinar con mi abuela, a manejar con mi mamá y a jugar al vóley con una de mis mejores amigas”

A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “académicos” y “no académicos”, Magui insite en la presencia de Otro y en los vínculos que se construyen al aprender pero destaca la necesidad de momentos “de soledad“, en donde el diálogo es con un@ mism@ y ahí “se aprende”: “repensando todo lo escrito hasta ahora, sería hipócrita no reconocer el rol del otro en el aprendizaje pero sin embargo me resulta útil practicar o leer sola. Hace poco comprendí que estar solo en ocasiones es sano e incluso enriquecedor para nosotros, tan solo pensar o reflexionar. Veo común a ambos aspectos repetir, volver sobre lo mismo e intentar de ‘adueñarme’ de un conocimiento, de una historia; de una técnica. Entiendo mi mente como lógica, creo que para todo hay razones y no siempre es así. Es lindo notar esa desestructuración, que nos rompe los esquemas mentales que tenemos, nos marea, nos confunde e intriga. Considero que es una de las mejores formas de aprender, salir de nuestras posiciones cómodas, tanto lo académico como en nuestra vida fuera de ese ámbito”.

Finalmente, Magui nos deja su propia concepción de este término sobre el que se pregunta y sobre el que reflexiona y ubica el “aprender” muy cerca de lugares o momentos que implican motivación, curiosidad, vínculos y diálogos con Otros: “para aprender creemos que necesitamos tiempo, no siempre nos lo damos o creemos no tenerlo. Capaz aprendemos una enzima porque inventamos un baile para ello, aprendemos fechas de historias de nuestros abuelos o aprendemos a andar en bicicleta solo por pasar una tarde con nuestros hermanos por lo que no me convence que el tiempo es un factor limitante. Si bien a lo largo de esta reflexión no logré armar una definición para lo que considero que es aprender o cómo lo hacemos, nuestra mente elige a que ponerle atención, supongo que hay motivación, curiosidad y hasta una cuestión de vínculos que nos llevan a conservar esos datos o procedimientos. Aprender no es memorizar, no es ese conocimiento que nos abruma  y mucho menos esa última línea de texto que leemos antes de entrar a un parcial. Supongo que aprender es la capacidad de hacer un pensamiento propio, conociendo sus principios, su lógica o método. Sabemos que aprendemos cuando manejamos un cierto conocimiento pudiéndolo repensarlo buscándole ‘una vuelta de tuerca’ más, cuando no debemos exigirnos para recordarlo y podemos abstraerlo a otros momentos o disciplinas. Pienso que uno es consciente, al momento de estudiar, aquello que aprende y lo que memoriza o sabe momentáneamente… No se aprende todo lo que se lee, resume o resalta o practica... Aunque si considero que aprendemos en el diálogo con el otro”.


* Magalí Farías es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, ayudante de Química Biológica, no tiene mascotas (cree en la tenencia responsable), intenta mantener una dieta mediterránea, le encantan los sábados de flojera, ama la competencia, la vida al aire libre y lo impredecible. Futuros títulos: Veterinaria.

martes, 10 de octubre de 2017

Una “guía” que hace girar (de nuevo) la rueda del aprendizaje. (Entrevista a Samanta Farías)



Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Samanta Farías *.

En sus primeras reflexiones, Sam nos recuerda la importancia de trabajar con l@s estudiantes no sólo los contenidos de la materia sino las herramientas que se pueden usar para aprenderlos. También pone de manifiesto la relevancia de la capacidad observadora de l@s docentes, necesaria para conocer a l@s estudiantes y “evaluarl@s” en un sentido más amplio que aquel que refiere sólo a la toma de exámenes. 

  • Sam, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Yendo un poco más allá de la definición de libro “quien se dedica a la enseñanza”, para mi ser docente se trata no sólo de transmitir correctamente la materia a dictar, sino también de presentar a los alumnos herramientas de estudio que le puedan servir para otras asignaturas. “Docente” también es quien acompaña y da palabras de apoyo al alumno para que no dé por perdida una materia, a pesar de la dificultad que le genere. Podríamos hacer una analogía con un guía turístico: te presenta y describe un nuevo mundo y cuida que no te pierdas en el camino.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Ante todo un docente tiene que ser un buen observador, no tiene que quedarse con el resultado de un examen, eso no define al alumno ni a su rendimiento. Es un error frecuente escuchar docentes decir “no estudió por eso no aprobó” olvidando factores externos que pueden haber sido la razón por la cual el alumno “reprobó” el examen. Personalmente creo que en estos casos particulares, convendría que el docente preste una atención especial a esos detalles y ayudé a superar los obstáculos que impiden al alumno el exponerse ante un examen y ver de qué manera minimizar los factores externos que interfieran en su aprendizaje.
 


A la hora de relatar un episodio que haya sido significativo en su trayectoria educativa, Sam elige contar la manera en que fue cambiando su percepción sobre “l@s docentes” y nos invita a (re)pensar la manera en que, como docentes o como estudiantes, construimos (imaginamos, idealizamos, configuramos, representamos) esa relación docente/estudiante.

  • ¿Podrías relatar un episodio significativo de tu experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente?
  • Cuando comencé a estudiar en la universidad, veía a un profesor como alguien lejano a mí. Se trataba de una persona que me evaluaba constantemente y que, por su cargo y capacidad, estaba años luz de mi persona. En conclusión estaba ‘idealizando’ a los docentes. Al principio solo compartía mis dudas a los ayudantes y a la hora de rendir finales orales, sufría por tener que enfrentar a los docentes que tanto evitaba en clase. A medida que fui avanzando en la carrera, fui cruzándome con docentes que me ayudaron a “romper” esas barreras imaginarias que yo sola creaba, y comencé a darme cuenta que esa persona a la cual yo no podía enfrentar, era un ser humano más, como yo, que fue estudiante, luego ayudante y finalmente tomó el cargo de docente, en pocas palabras podría ser yo o cualquiera de mis compañeros/amigos en el futuro. Fue clave para mi avance en la carrera pensarlo de esta manera. Y hasta me sacó un peso de encima para rendir más cómoda los exámenes finales orales. Como estudiante, ayudante y futura docente, me gustaría no perder esa calidez con los alumnos, para que ellos se sientan en confianza para presentarme sus dudas y que no haya más “Samantas” que crean que el docente no es sólo quien dicta la clase y luego evalúa, sino quien además acompaña, escucha, sugiere, enseña y quiere que hoy seas alumno, quizás mañana ayudante y si lo desea hasta ser un excelente docente que siga haciendo girar la rueda del aprendizaje. Hoy en día estoy atravesando la aventura de dejar atrás estos miedos y me siento muy a gusto con todo lo recorrido, siempre digo que todo tiene un por qué. Me gusta contar esta anécdota porque me define en lo que quiero llegar a ser y en el deseo de ayudar a que mis futuros alumnos dejes atrás tabúes sobre la relación alumno/docente.

Cerrando la entrevista, Sam vuelve sobre la idea del docente como guía, como acompañante, como motivador y le agrega algo esencial: la contextualización de la Educación en el “mundo” y la importancia de que la Educación nos ayude a prepararnos para vivir mejor (en sociedad) y habitar el mundo de la mejor manera posible.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Como tengo amplio conocimiento en la cultura asiática, el primer título que me viene la cabeza es la novela drama y comedia japonesa Gokusen (basada en un manga). La historia de una joven maestra que tiene el desafío de enfrentar, como primera experiencia en el mundo de la docencia, una clase de alumnos desinteresados en el colegio por razones particulares pero que ella a lo largo de los diferentes episodios logra resolver y genera en los estudiantes el deseo de finalizar los estudios. Es interesante porque nos muestra que a veces no es un tema de comprensión o capacidad, sino de prioridades del alumno. También refleja el abismo que existe entre el mundo de los niños y los adultos.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • La pregunta es amplia y puedo llevarla a distintos rumbos. Desde chica consideré la importancia de una buena educación como puerta de inserción a la sociedad. También siempre fui muy crítica con respeto a los contenidos dictados. Mi experiencia en el secundario me dejó vacía de varias temáticas o prácticas básicas que de grande habría valorado de aprender en su momento, como por ejemplo el armado de un currículum vitae, clases de primeros auxilios, educación vial, etc. Resumiendo, creo que la educación nos debería preparar mejor para salir y enfrentar al mundo, aprovechar tantas horas de estudio para no solo las materias clásicas sino también para generar mejores ciudadanos listos para salir a enfrentar el mundo.

* Samanta Farías (www.xiahpop.com) es estudiante de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, concurrente en la cátedra de Parasitología y aspira a dedicarse a la docencia e investigación. A la par de perseguir este sueño, también dedica tiempo desde el 2008 a su otra pasión, es una de las creadoras, administradora y periodista de XiahPop el primer Magazine online en español dedicado a la cultura y al entretenimiento de Asia, y productora organizadora de eventos culturales sobre Asia, por el que fue nombrada “Embajadora de la cultura coreana en Argentina” por la Embajada Coreana.